Hace tiempo esperamos que él hable sobre la situación que más nos preocupa. Pero Danilo Medina está en otra cosa. Para él es mucho más importante solicitarle a la Organización de los Estados Americanos (OEA) que pida perdón al pueblo dominicano por haber legitimado la invasión del año 1965 en lugar de darnos la cara y responder por las vidas que se están perdiendo cada día en este mal llamado país.
Tanto le importa al Presidente el tema de la delincuencia que, como cada año cuando nos desesperamos y gritamos, se conforma con que salgan las patrullas mixtas a las calles y, mientras lo anuncian con gran algarabía, la situación continúa como si nada. ¿Ellos creerán que somos tan imbéciles?
Desde que Danilo se sentó en su fantástica silla ha recurrido a la misma fórmula fallida para “resolver” el asunto. Y el jefe de la Policía, mayor general Nelson Peguero Paredes, tan descarado como él, ha hecho lo mismo: “remover” a todos los mandos cambiándolos de lugar.
Pretender cambiar las cosas haciendo lo mismo es tan ridículo como perder el tiempo discutiendo cosas tan absurdas como qué baño debe usar un transexual. ¿Es que aquí no hay problemas más importantes? No, nuestra vida gira en torno a la homosexualidad y el aborto. Por ello han sido temas candentes en la OEA y vemos que la Iglesia, a pesar de que tanto nos ama, se dedica a reclamar en torno a eso y no por las vidas que se pierden por culpa de la violencia.
Nunca entenderé por qué a la Iglesia le importa tanto quién se vaya con quién a la cama. Si es adulto y libre cada cual que vista su lienzo con el pincel que plazca.