Está aún en una especie de limbo el caso que afecta al Seguro Médico para Maestros (SEMMA), sacudido por un gran escándalo de manejos irregulares, y ya tenemos otro caso de sospecha de turbiedad en el manejo del Seguro Nacional de Salud (SENASA).
La propia directora ejecutiva del seguro estatal, doctora Altagracia Guzmán Marcelino, ha dicho que se detectó que en un solo año, 124 usuarios del régimen contributivo, afiliados al Senasa, consumieron RD$254 millones. Se sospecha que esta irregularidad habría sido posible por medio de suplantación de identidad de asegurados en complicidad con centros privados.
Todo el que conoce a la doctora Guzmán Marcelino sabe de la verticalidad de sus actuaciones. Esto hace confiar en que llevará hasta las últimas consecuencias las investigaciones sobre este proceder indeseable. No creemos que en este caso en particular vaya a ocurrir lo que pasa con el seguro de los maestros.
Sin embargo, preocupa que en las dos aseguradoras del Estado se estén produciendo actuaciones turbias que amenazan la sostenibilidad de un sistema de salud que debe beneficiar a numerosas familias dominicanas. Abogamos porque en ambos casos, las investigaciones conduzcan a fijar y castigar responsabilidades y permitan mejorar los controles en torno a estos servicios.
Adiós al padre Avelino
La sociedad ha perdido a un gran amigo. Consejero espiritual como sacerdote y recio crítico como comunicador social.
El padre Avelino Fernández fue para los dominicanos, y en especial para los habitantes del agreste sur profundo, un combatiente indoblegable por la causa de los más necesitados. Asumió como misión la causa de los desvalidos y por mucho tiempo se dejó sentir a través de los medios de comunicación.
Su lucha del lado de los campesinos le acarreó múltiples problemas, que no lograron doblegar su voluntad y su vocación de servicio en beneficio de las apartadas comunidades rurales.
El valiente ejercicio pastoral del padre Avelino, de origen cubano, está lleno de huellas de bien. Sembró amor y solidaridad por el prójimo tanto en el templo como en el campo. Lo despedimos con admiración y profunda tristeza.