Una visión diferente de la salud pública

Una visión diferente de la salud pública

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Los gobiernos de la época post Trujillo han carecido, en general, de una política de inversión en el sector salud que permita contar hoy en día con un servicio sanitario adecuado. No debe extrañarnos, en consecuencia, que los establecimientos sanitarios públicos y los servicios que estos ofrecen a la población se encuentren hoy tan deteriorados y tan débiles que muchos se pregunten si, ciertamente, en la República Dominicana puede hablarse, de modo apropiado, de la existencia de un sistema de salud.

En general, la República Dominicana ha tenido siempre una pobre inversión social. Por eso este país está clasificado entre las naciones de gasto social bajo, junto con Guatemala, Honduras, Nicaragua, Bolivia, El Salvador, Paraguay y Perú.

Según las informaciones estadísticas oficiales, la inversión promedio de los gobiernos dominicanos en salud, incluyendo lo que por aquí se ha estado llamando seguridad social, no ha llegado al 2% del producto interno bruto durante en largo período de 1966 al 2004.

Un país que haga tan famélica inversión pública en salud pública no puede reclamar, ni mucho menos, contar con un aparato sanitario adecuado y eficiente. Lo que podría afirmarse, en beneficio de los gestores de la salud pública de la República Dominicana es que la bondad de ésta supera el volumen de inversión y la eficiencia que tal gasto permite.

Durante su primer período de gobierno, de 1966 a 1970, el Presidente Joaquín Balaguer dispuso del 2.05% del producto interno bruto para gasto de salud. Como se recuerda, su mayor énfasis fue dotar al país de unos establecimientos que no existían, es decir, clínicas y hospitales.

En su período siguiente, de 1970 a 1974, esta inversión fue todavía menor, el 1.78% del producto interno bruto. Entre 1974 y 1978 se mantuvo casi igual, 1.73% del PIB.

La administración del Presidente Antonio Guzmán y del PRD, que por su orientación ideológica podría considerarse más interesada en la salud pública como un medio de redistribución de la renta nacional, continuó por el mismo camino. La inversión en salud fue de 1.99% del producto interno bruto.

Con el doctor Jorge Blanco, quien gobernó la nación entre 1982 y 1986, el patrón de inversión en salud siguió invariable. Apenas llegó al 1.73% del PIB.

Como puede apreciarse, partidos y gobernantes de ideologías nominalmente diferentes se comportan de manera similar en un campo que suele diferenciar las gestiones públicas, como es la salud pública. Tan conservador fue el conservador Balaguer y su Partido Reformista como el socialdemócrata PRD y sus gobernantes.

Entre 1986 y 1996, cuando el doctor Balaguer y su partido regresaron al poder, las cosas empeoraran para la salud pública. En estos años los énfasis de políticas públicas se concentraron en las grandes construcciones de presas, edificios públicos, carreteras, avenidas, autopistas, grandes urbanizaciones para las clases medias y el famoso Faro a Colón. La inversión pública para la salud no superó el 1.60% del producto interno bruto en estos diez años.

Las mejores tasas de inversión llegaron en los gobiernos del doctor Leonel Fernández y el PLD, entre 1996 y 2000, y el del ingeniero Hipólito Mejía, entre 2000 y 2004. El primero dispuso del 2.42% del producto interno bruto para salud y el segundo más todavía, el 2.92%.

Para comprender cuanto ha estado ocurriendo en el sector salud, que cada vez es más incapaz de servir con eficiencia  a sus usuarios, debe tomarse en cuenta que en una primera etapa, la que corresponde a los llamados 12 años de Balaguer, el gasto en salud era canalizado principalmente para la construcción de hospitales. En los años siguientes, hasta el presente, el gasto se dedica en casi un 90% al pago del personal del sector.

Los edificios de salud han estado durante casi todos esos años sin mantenimiento, los fondos para equipos médicos, para medicamentos, para bibliotecas, para alimentos y para mejorar la gestión administrativa han sido mínimos, en unos casos, y en otros sencillamente inexistentes.

No es exagerado afirmar que en todos estos años el sector público  de salud de la República Dominicana ha descansado sobre la buena voluntad y el sacrificio de unos médicos y un personal paramédico que se gastan en los hospitales, clínicas, policlínicas y consultorios, de religiosas abnegadas y de una población que se ha resignado a aceptar lo que le den.

Cuando se habla de gobernar de forma diferente, de diseñar políticas en beneficio de la población, sobre todo de la que no puede pagar servicios privados o la que paga impuestos y exige legítimamente del Estado que le devuelva sus impuestos con servicios públicos adecuados, estas son de las cosas que tienen que mejorarse y arreglarse.

La sociedad dominicana necesita, con urgencia, el rescate del sector salud. Por razones sanitarias, es decir, de mejoría de las condiciones de salud de los ciudadanos, y por razones económicas, porque el gasto privado de salud es muy oneroso para las familias.

Para conseguirlo se necesita otra política estatal de salud, una que comience disponiendo de más fondos para el sector público de salud.

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bavegado@yahoo.com

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