UNA VISIÓN DE EXCELENCIA

UNA VISIÓN   DE EXCELENCIA

Primera gran exposición del año, “Visión 4”, sin lugar a dudas, será una de las exposiciones mayores del 2019, sino excepcional en su propuesta y realización. Colectiva integrada por cuatro personalidades de la plástica dominicana, manifestación inicial de un proyecto, sostiene una definición individual, tanto por la importancia y el número de las obras presentadas como por una simbiosis de variedad y unidad estética.
Desplegada en todos los espacios de la segunda planta de la Galería Nacional de Bellas Artes, pinturas, dibujos, grabados y documentos se suceden, fehacientes del trabajo y el nivel cimero de sus autores. Elsa Núñez, Rosa Tavárez, Antonio Guadalupe y José Perdomo pertenecen a una misma estirpe, a una generación histórica.
En la época tumultuosa y comprometida de los años 60, los cuatro expositores eran entonces jóvenes talentos y promesas seguras. Cinco décadas después, y en una coyuntura distinta, todavía ellos mantienen la dominante expresionista, pero prefieren una definición estilística precisa y cerrada, un lenguaje cromático-formal, diversificado.
Aquí no hay escisión entre figuración y abstracción, pequeños y grandes formatos, técnicas y factura: la habilidad gráfica demuestra su importancia junto a una pintura emblemática de la historia del arte.
La energía, la espiritualidad, la fluidez conjugadas de la imagen seducen permanentemente, y el interés se renueva ante cada cuadro.

Museografía y montaje. Para que una exposición despliegue todo su potencial, la museografía juega un papel fundamental, y la escenografía se convierte en una verdadera arquitectura interior, puesta al servicio de los objetivos plásticos. Miguel Ramírez, connotado artista y escenógrafo, destaca funcionalidad y creatividad, alto profesionalismo al fin.
“Visión 4” parece haberse concebido para la planta y sus modalidades de repartición. Las pinturas se instalaron en los dos grandes muros y las galerías laterales del salón, la parte gráfica y documental en las salas adyacentes. Por cierto, hubo la feliz coincidencia de que son cuatro salas, una para cada expositor. Contundentes obras pictóricas de Rosa Tavárez y Elsa Núñez, de Antonio Guadalupe y José Perdomo, se “enfrentan” , se juntan, se alternan… Evidentemente, no hubo una intención de “género”, sino de alianza y/o de contrapunto en los estilos.
Luego del estremecimiento visual que causan las pinturas –observamos esta reacción en visitantes–, sin fragmentar la percepción y favoreciendo la continuidad, las salas exhiben obras sobre papel. Es entonces cuando el ejemplo cobra todo su valor: estos magistrales pintores son excelentes dibujantes, dueños de la línea como de la paleta, haciéndonos mirar y admirar su destreza en cualquier dimensión y soporte: Elsa Núñez, virtuosa del refinamiento en blanco y negro, Antonio Guadalupe y José Perdomo agregando el color a la seducción del trazo, Rosa Tavárez consagrada grabadista, plural y experta. Así mismo, Miguel Ramírez dispuso, con ingeniosidad las documentaciones respectivas: catálogos, fotos, diplomas y reconocimientos. No cabe duda de que ordenamiento y colocación intervienen en la “impresión” visual que recibimos. El montaje se distingue por un tratamiento dinámico, por una intercomunicación, anunciada por el gran retrato fotográfico de cada artista. Un punto esencial es que cada expositor expresó su satisfacción por esta contribución al lucimiento de sus obras, ¡y no es un elogio frecuente!

Cualidades compartidas. En un primer comentario destacaremos las cualidades conjuntas. Elsa Núñez, Rosa Tavárez, Antonio Guadalupe y José Perdomo emiten y transmiten amor, emoción, introspección, madurez, fecundidad. Y mucho más… donde se destaca la afinidad compartida del “métier”. Aquí está una de las lecciones: el arte se aprende, se investiga, se trabaja, se perfecciona, y cualquier ensayo o tropezón es un paso hacia la plenitud como si los cuatro lo expresarán por el ejemplo. Un oficio –seguro y apasionado– elabora pinturas y dibujos.
No hay facilidad ligera o esta es el fruto de una larga práctica: del mismo modo que una gran museografía no se “exhibe”, el dominio técnico, vuelto espontáneo, surge de una extensa e intensa dedicación. Sin embargo, “Visión 4” no tiene carácter de retrospectiva. En su mayoría, las obras ilustran la actualidad y/o los últimos veinte años de producción. Si se insertan trabajos muy anteriores es para enseñar el origen, la coherencia y la articulación entre los períodos: siempre se reconoce el sello del autor.
Otro elemento, muy importante, es que los artistas fueron sus propios curadores, y cualquier modificación resultó de una consulta personal.
Respecto a la fortaleza, la soltura y los recursos desplegados, notamos que Antonio Guadalupe, Elsa Núñez, José Perdomo, Rosa Tavárez –¡en orden alfabético!– multiplican las combinaciones espaciales, construyen sus cuadros como universo propio, definen signos y símbolos que ellos varían y enriquecen hasta hoy, pero al mismo tiempo, reflejan la tradición de la “bella pintura dominicana” en sus respectivas soberanías creadoras. (Continuará).

Publicaciones Relacionadas