Una voz que clame por la ciudad colonial

Una voz que clame por la ciudad colonial

El próximo martes se conmemora el 499 aniversario del sermón de Adviento de Fray Antón de Montesino, que asumió la causa de los indígenas como suya, frente a los atropellos cometidos por las autoridades españolas en contra de esa malograda raza nativa.

Las severas palabras del monje conmocionaron a las autoridades, ese sermón ha pasado a la historia como la primera voz clamando en favor de una raza, atropellada, humillada y diezmada por la codicia de los invasores europeos.

Cinco siglos después es necesario que surja otra voz atronadora que sacuda de su indolencia y de su ceguera, ante la codicia rampante, a unas autoridades que han dejado destruir el patrimonio de la ciudad colonial, pese a los golpes de pecho y las tímidas intenciones de algunos para frenar el colapso urbano de lo que en los 1500 era una joya arquitectónica.

No hay dudas que se realizaron grandes esfuerzos para el rescate de lo que eran las iglesias y los palacios. Lo realizado en los años de la década del 70 perduran como monumentos de la dedicación de valiosos dominicanos, que con empeños y sacrificios pudieron rescatar de las ruinas a joyas emblemáticas como el museo de las casas reales, el convento de los jesuitas y las edificaciones de la calle de Las Damas y la catedral.

En apariencia, los gobiernos de los pasados 20 años han mostrado su interés por la preservación de la ciudad colonial. Son declaraciones de buena fe, las personalidades que se han puesto al frente de la preservación no pueden hacer nada sin los recursos que no llegan y las promesas rotas.

En San Juan de Puerto Rico y Cartagena de Indias, sus reductos coloniales representan el blasón de su historia y de su raza, mientras que aquí, nuestra ciudad colonial agoniza, pese a los esfuerzos y hasta buenas intenciones, ya que son muchas las edificaciones que se desmoronan a ojos vistas.

Hace falta una voz similar a la de aquel monje del siglo XVI, que un domingo de adviento estremeció las paredes del convento para hacer sentir su furia por el maltrato a unos infelices. Ahora esa voz tronante sería para sacudir a los sectores de su desinterés ante la agonía de la zona colonial que encierra tantos hechos memorables de la vida dominicana.

Es necesario hacerle caso a quienes con empeños tratan de evitar el colapso colonial; y más ahora con las inversiones en Sans Soucí para atraer el turismo marítimo. La parte colonial, pese a que la ciudad ya tiene una buena infraestructura hotelera, no constituye un receptáculo atractivo para los visitantes, que ahora, en pocas horas, conocen las ofertas coloniales.

Los medios de comunicación se hacen eco de tantas promesas y proyectos para la ciudad colonial, pero a la hora de abrir los bolsillos, surge una timidez increíble, en que el gobierno se hace de la vista gorda, pese a que su propaganda llena los medios culturales, pero la verdad es que no hay una voluntad de aunar los esfuerzos rescatadores. Ahora es que se necesita una voz que sacuda y despoje de la cáscara de la indolencia a quienes anteponen sus beneficios en detrimento de preservar el patrimonio cultural de la Nación.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas