Una zona fronteriza viable

Una zona fronteriza viable

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
Poco se ha escrito en nuestro país sobre las condiciones infrahumanas en que se desenvuelven las actividades en la zona fronteriza. No obstante haberse votado una Ley que otorga incentivos a las empresas que se instalen en las provincias limítrofes con la República de Haití, todavía, transitar por la región implica tener que someterse a una serie de registros por parte de militares que improvisan alcabalas, que hacen pensar al viajero si todavía está circulando por territorio dominicano. 

Este accionar, además de ser inconstitucional -ya que impide el libre tránsito inofensivo- se convierte en un obstáculo de primer orden en la promoción del turismo interno de la comarca.  No son pocos los amigos que han ido al hoyo de Pelempito o circundado el lago Enriquillo,  que aseguran que por estos engorrosos cacheos no vuelven, no obstante quedar impresionados por la espectacularidad de la reserva natural y de la belleza del paisaje y en donde se pueden bañar en aguas límpidas y  sulfurosas.

El profesor Juan Bosch cuando alcanzó la presidencia de la República en 1962, tenía dentro de sus planes edificar la presa de Monte Grande en la provincia de Bahoruco, ya que acertadamente creía, que el futuro de la frontera estaba en el desarrollo de la agropecuaria.  Desgraciadamente fue derrocado antes de iniciarse la construcción.  Hoy, el ingeniero Frank Rodríguez, director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDHRI) ha externado, que la erección de esa presa es una prioridad del gobierno.

En los tiempos de Trujillo, fue construida la llamada Carretera

Internacional que enlazaba con fines de vigilancia, una serie de fortalezas y puestos militares avanzados, para mantener lo que en esa época se denominó «la dominicanización de la frontera».  Sin embargo, los militares que se destacaban en esas instalaciones se consideraban que habían sido castigados, ya que habían muy pocos atractivos y si muchos conflictos que podían dar al traste con sus aspiraciones.

Actualmente, el Consejo Nacional de Fronteras, por intermedio de su director, Radhamés Batista ha manifestado  que piensan construir una carretera que una de las provincias fronterizas de Dajabón, Elías Piña, Jimaní y Pedernales.  A su entender, esa vía no saldría muy cara al gobierno dominicano, ya que muchos kilómetros de aquella carretera internacional, sólo necesitan de la «buena voluntad» de las autoridades competentes y ya el presidente Fernández ha dado su visto bueno para que esta ruta sea una palpable realidad.

Los diferentes gobiernos que hemos tenido después de la decapitación de la tiranía se han empeñado en ejecutar una reforma agraria en los lugares en que puedan exhibir con demagogia, los logros sociales de la misma. Por supuesto, a los asentados les gusta que le den tierras que estén cultivadas y no baldías y agrestes como en la frontera, ya que ellos, como los viejos guardia trujillistas, consideran esa región como si de un castigo se tratase.  Esto es injusto, ya que en la zona de Pedernales hay excelentes plantaciones de cafetos y en la provincia de Elías Piña grandes plantaciones de aguacates, así como, al asentamiento orgánico de Río Limpio.

Tenemos entendido, que uno de los mercados más activos y de mayor volumen de intercambio es el que se origina semanalmente en Dajabón.

Desafortunadamente, hechos fortuitos y desavenencias entre nacionales de ambas naciones, están poniendo en peligro el mantenimiento del mismo. Los productores y los exportadores dominicanos deben comprender, que el mercado natural y de más fácil acceso para ellos es el haitiano, ya que es el único que las mercancías llegan por la vía terrestre.  Por tanto, tanto las autoridades dominicanas como las haitianas, deben poner especial cuidado en que las cosas marchen bien, ya que al fin y al cabo, los intercambios comerciales se complementan.

Dominicanos y haitianos deben ayudarse mutuamente y aprovechar los recursos naturales comunes que tienen en la frontera.  Se ha planificado hacer represas pequeñas que beneficien a comunidades de ambos países.

Carreteras que unan las principales ciudades para facilitar el transporte de mercaderías. A nivel ambiental, se debe reforestar masivamente para recuperar los recursos hídricos que una vez tuvo.  Para eso se impone, un plan conjunto entre nuestra Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y su contraparte haitiana.  De igual modo, el Instituto Agrario Dominicano (IAD) debería hacer un levantamiento completo para detectar las tierras baldías con vocación agrícola y distribuirla entre los que estén dispuestos a que se les otorgue un privilegio para que nuestra frontera sea una zona próspera y no un erial como hasta ahora lo compone la mayoría de la campiña.

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