Una zona y dos policías

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CHIQUI VICIOSO
Este domingo pasado, al aprestarnos a abordar el carro con el que viajaríamos al interior, apareció de súbito una motocicleta, con un joven y una muchacha en vía contraria, lo cual no es inusual en nuestra calle.

Cuando me aprestaba a entrar al carro dieron un giro rápido y por detrás trataron de arrancarme la cartera. Por suerte ésta es muy sólida y no se llegó a romper por completo, quedándose trabada en el antebrazo, por lo que apenas me provocaron un fuerte dolor en el brazo.

Este lunes, un o unos vándalos rompieron la puerta de grueso vidrio de la entrada y se llevaron todos los cuadros, incluyendo uno de Carlos Goico (tercero que me roban en lo que va de año), además de una foto de Miguel Gomes (de una haitiana, cruzando la frontera con una lata de agua en la cabeza), un grabado de Elsa Núñez y todos los adornos navideños, a los que añado un gigantesco cuadro de Carlos Marx, de José Mercader, con una lengua larga que llega hasta el piso, y que compré porque pensé que éste le estaba sacando la lengua al Socialismo real, o al neo- liberalismo, que me fue robado hace ya un tiempo.

Ignoro el porquéde las coincidencias: dos ataques en tres días, pero dejo pública constancia porque en una zona tan super vigilada como es la colonial, con un patrullaje regular, es difícil romper una puerta de vidrio de ese grosor y salir con un cargamento de cuadros sin que nadie lo note. Apelo pues al Destacamento de la Zona Colonial, el cual asumo debe estar informado sobre las tiendas o marchantes que compran cuadros robados. Como dato curioso, los ladrones dejaron regados en el piso un grupo de sobres vacíos fechados desde el diez de diciembre hasta el jueves 28, y lo único que se me ocurre es que puedan haber estado recogiendo los sobres que dejan los carteros en los zaguanes, o que lleven un conteo de algún tipo. Ignoro si es ésta una simple manifestación del raterismo que abunda en la zona colonial, pero lo hago constar por la cercana secuencia de las agresiones.

Así como este caso, los asaltos en la zona colonial abundan y ello contrasta con la actitud de ciertos agentes de la policía (hay, como sabemos agentes muy profesionales y serios) contra los niños trabajadores de la zona colonial.

Mi amiga Fifa, por ejemplo, de la Pastelería Mimosa, organizó un desayuno navideño para los niños limpiabotas y trabajadores del barrio, al cual apenas asistieron algunos cuantos porque los otros “no se atrevían a llegar por terror a los agentes de la policía”, quienes según reportan “también le quitan el dinerito que se ganan”. Me imagino que se refieren a esos que están parados en las esquinas con palos (no macanas) en las manos, algo que supongo será para golpear a niños, ya que a los adultos apenas nos indignan. Entre los agentes a quienes los niños citan esta una mujer, “una morena grañidísima”, que según cuentan se especializa en abofetearles la cara. En Santiago eso se llama “coger los mangos bajitos”, es decir, mientras abundan los asaltos, la ferocidad policial de algunos agentes se concentra en los más indefensos de los indefensos: los niños y niñas de la calle.

Espero que con la entrada de este año del cerdo, el 18 de febrero, (mucho menos conflictivo que el que acaba de terminar, según los chinos), recuperemos lo que de humanidad se va perdiendo en esta jungla del ¡Sálvese quien pueda!, que se tiende a agudizar en los períodos de transición política, cuando algunos/as piensan que tienen luz verde para el atropello, y se encallecen, olvidando que de todos los abusos, los que más ofenden a Dios, son los que se perpetran contra la niñez.

Yo, como siempre, me limito a apelar a mis seres, amados, y créanme que son muchos.

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