¡Unámonos!

¡Unámonos!

Sabido es que el poder absoluto corrompe absolutamente. Quienes hacen hasta lo indecible por dominar una sociedad, en la borrachera del ejercicio del poder omnímodo, olvidan que la historia enseña que a la tiranía se le opone la democracia y la libertad.

La conformación de una superestructura constitucional y legal con fines de dominación conduce directamente hacia el absolutismo, la opresión, el establecimiento de un yugo, de un embudo por el cual la sociedad debe transitar debido al abuso de los poderes cuyo manejo despótico y selectivo hará colapsar el sistema democrático nacional.

La conquista de la división de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial permite sostener la mesa desde la cual un gobierno que respete los derechos de la minoría, facilita el equilibrio imprescindible para que la sociedad viva en paz.

La paz es un fruto directo de la democracia y la democracia es el respeto de los derechos de los gobernados y el ejercicio de la ley sin discrímenes.

Los últimos 51 años son una gran lección que muchos no han aprendido.

Ya lo dice la Biblia, hay quienes tienen ojos y no ven, tienen oídos y no  escuchan.

Si quienes ni ven ni escuchan son los que mandan, la situación se convierte en un subibaja en el cual el pueblo permanece inclinado en la parte más baja y en la parte alta una minoría ensoberbecida, que piensa que los demás no se dan cuenta y aceptan la imposición, llega a un nivel de engreimiento tal que irrespetan la inteligencia y el valor, la sagacidad y el arrojo de los más.

Ello conforma un panorama muy peligroso para la vida en una sociedad en la cual no hay garantías de que los mandatos de la Constitución y las leyes serán administrados con justicia.

Entonces, llega el momento de eliminar el desequilibrio del subibaja.

La confusión de quienes manejan el poder puede llegar a ser tan profunda que algunos pueden llegar a creer que la prudencia es cobardía.

En la construcción de la democracia, logro por el cual debemos trabajar cada instante de nuestras vidas, algunos ejercen el perverso modo de avasallar para intentar aplastar la natural aspiración a vivir en un lugar donde el sol brille para todos con igualdad.

No es nuevo que un grupo de ciudadanos intente alzarse con la nación como si fuera de su propiedad.

Nunca, nunca, la nación ha sido propiedad de un hombre o de un partido aunque lo hayan intentado.

Ahítos de poder y de dinero entienden que pueden abusar mediante el uso ilegal de la fuerza y que pueden comprar a todos.

No es verdad que lo lograrán y para eso está usted, aquel, el otro y yo. ¡Unámonos!

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