¿Una politica dominicana “pro ricos”?

¿Una politica dominicana “pro ricos”?

POR JOSÉ LUÍS ALEMÁN SJ
En el número 5-11de Mayo, 2007 de la revista The Economist aparecieron como espacio pagado 12 páginas  sobre la República Dominicana que me provocaron vergüenza y me hicieron pensar.  En cada una de las doce páginas la revista coloca un “Advertisement” que significa “espacio pagado” y al pie de la primera y bien recalcada aparece la siguiente advertencia al lector: “Este Suplemento ha sido producido y apadrinado por Press Tribune; no implica  al personal redactor o editor de The Economist y no supone recomendación alguna”. 

     Comencemos por la vergüenza. Solamente países pobres  con regímenes políticos  fuertes y  relativo atraso suelen permitirse estas exhibiciones de lujosa propaganda en revistas importantes como Foreign Affairs y la que he mencionado. Quizás por haber vivido tanto tiempo en países europeos me sentí humillado recordando el cínico desprecio con que allí se leen nuestros  balandronados logros. Saben bien que en cualquier parte, por pobre que sea, hay oasis de exquisita modernidad pero que la verdad total no está en ellos. Por eso causamos  la impresión de jovencitos frustrados que hambrean parecer grandes y venderse  como si lo fuesen.

      Para menguar esa vergüenza me queda el también infantil remedio de aceptar que esa publicidad puede llamar la atención de inversionistas multimillonarios y medio aburridos que nos elijan como beneficiarios de su modernismo y estén dispuestos a darnos oro por mucho de lo que tenemos. Colón y los indios al revés. Entonces es uno quien se ríe de ellos.

      Además de la humillación me pregunto, y esto me preocupa más,  si entre las   metas prioritarias  de la  política económica dominicana figura el cultivo preferencial de inversiones extranjeras en busca de estilos “únicos” de vida.  La publicidad mencionada canta sobre todo himnos a  las maravillas de Cap Cana, de La Romana, de Sans Souci, del CyberPark-ITLA y de las grandes empresas de telecomunicaciones e informática. República Dominicana se habría convertido en la Jauja de la vida lujosa  y tecnificada de los súper ricos que no encuentran en el diario vivir  formas eficaces de lograr felicidad. Modernismo enfermizo.

      Sin duda la agencia contratada para la publicidad conoce bien los secretos del mercadeo focalizado a hombres de negocios del jet set que leen The Economist  y aspiran a vivir, sin calor ni sudor, los encantos de las playas y de lo(a)s  playero(a)s caribeño(a)s. Acepto, pues, la competencia profesional de quienes quieren vender trópico, más lujo y comodidades, a quienes les sobra dinero. Probablemente, además, buena parte del costo de esta publicidad lo aportan las empresas anunciadas y no el Gobierno. Menos mal.

      Reconozco igualmente que, educado en normas de austeridad relativa, simpatizo poco con el lujo en casi todas sus formas aunque estos tiempos de abundancia tecnológica me llevan a admirar su ingeniosidad  y a aceptar que la posesión de la riqueza es meta  en la vida de muchas personas. Mal que bien, mucho más mal que bien,  toleraría, con reparos, una tal vida si no limitase las posibilidades de la mayor parte de la humanidad.

      De ninguna manera puedo negar que el flujo de divisas que entra al país por turismo de bienes raíces de lujo ha sido apreciable y que nos ayuda a importar los bienes y servicios que exige nuestro todavía modesto bienestar. Lo mismo diría de las empresas de telecomunicación. Pero también sé que al flujo anual de entrada de divisas se contrapone el de repatriación de ganancias de las inversiones acumuladas y que el balance neto en divisas es negativo. 

1. Entonces ¿una política pro ricos?

Sí me preocuparía que la política económica del país fuese “pro ricos”.  (exenciones impositivas privilegiadas, obras públicas para sus barrios, ventas de bienes públicos a precio de vaca muerta…) y de hecho antipobres por aquello de que los mismos recursos no pueden ser usados a la vez para dos  rubros distintos.

    Aunque el discurso de una modernidad propia de ricos  domina la oratoria política del Gobierno y abundan proyectos o hechos reales que lo sugieren tales como el Metro, la Isla Artificial (diseñada con criterio de Dubai), el ITLA, la dotación de computadoras a  escuelas y barrios y los programas de enseñanza en Inglés estilo Aguirre en Madrid, hay que ser cautos en afirmar que los pilares de la política económica del país  tengan el cuño de  políticas “pro ricos”.

        De hecho los sectores populares figuran entre los destinatarios directos más afortunados de estos proyectos modernistas. Una enseñanza competente de inglés y computación en la escuela pública definitivamente puede ser “pro pobres”. A los nuevos residentes ricos extranjeros los sirven los pobres. 

        La mayor parte de los recursos globales del Gobierno no se dedica a la atracción de inversiones de estilos de vida avanzados. Mucho más fondos destina el  Gobierno al gasto social de educación y salud. Penoso es que la tasa de crecimiento del gasto público promotor de inversiones sofisticadas sea mayor que la asignada a educación y salud pública. Ya a principios del siglo XIX escribía el presocialista de Sismondi que para identificar una etapa del desarrollo económico lo importante no  era saber en qué sector producía más un país sino en cuál crecía más rápidamente. Probablemente  mostramos más interés, más esfuerzo y definitivamente más publicidad marginal a atraer millonarios al país que a  mejorar la educación y la salud pública.

        Verdad innegable, menos para quienes tienen otras fuentes de sustento que nos posibilitan la crítica, es el aumento de ingresos y sobre todo de empleo directo e indirecto (transporte, comercio, telecomunicaciones, espectáculos…) ocasionado por las mentadas inversiones desde las Zonas Francas hasta Cap Cana. En la práctica ninguno de esos proyectos y programas  excluye a  los pobres. La bondad social de semejantes inversiones depende del uso que hagamos de las divisas y habilidades que aporten.

        Estas inversiones contribuyen también a reforzar una cultura de empresa e innovación imprescindible para la supervivencia económica en una economía globalizada orientada a aumentar el valor agregado de su producción, condición necesaria para poder aumentar los ingresos de los pobres.

        Podemos criticar con razón y filosóficamente el impacto destructor de inversiones para súper ricos sobre la cultura  y la moral de presión tradicional, raíces de la nacionalidad histórica dominicana aunque siempre crecidas en el suelo de las posibilidades económicas. Pertenece, sin embargo, a las mejores esencias humanas el deseo de cambio y abundancia. Consecuencia: caducidad  de lo tradicional cuando hay mejora.

      El problema de esas inversiones no reside tanto en el uso y deseo de la novedad abundante sino en la incapacidad de producirla. El grado de desarrollo no puede medirse por el uso de los más modernos gadgets electrónicos sino por su creación. Usar un celular complejo es  más fácil que producirlo e infinitamente más que crear uno mejor.   

    En realidad la crítica legítima a estas aparentes excentricidades, diseñadas para los ricos de otros países y algunos de los de aquí, no nace de que no beneficien a los “pobres” de República Dominicana -seguramente lo contrario es verdad- sino de otras perspectivas: poca contribución a enseñarnos a innovar por falta de conocimientos básicos, carácter no inclusivo de la mayor parte de la población en  sus ventajas, limitaciones medioambientales, robustecimiento de actitudes económicas de disfrute rápido y fácil y no de trabajo y esfuerzo, no secuencia de eslabones en la cadena  de desarrollo tecnológico, etc.

     Brevemente: hablar de  una política “pro ricos” como si los pobres no fuesen también beneficiados parece   demagógica exageración. ¿Es este estilo de política el mejor para los pobres? Probablemente no.

2. Limitaciones de políticas modernizantes de punta

Tomemos tres de ellas y examinémoslas en el marco de  modelos de desarrollo de varias naciones: ¿tecnología de punta o tecnologías de aplicación masiva: India vs. China? ¿cadena de desarrollo: educación o finanzas offshore: Singapore  vs. Dubai? ¿Uso o creación de tecnología: África vs. Finlandia?

1. Elección de tecnología

    Tal vez los ejemplos más ilustrativos de las posibilidades y limitaciones derivadas de la elección de tecnologías lo ofrecen India y China.

a) China optó preferentemente por la adopción de tecnologías maduras y desarrolladas en el extranjero en industrias de empleo y mercado masivo. Por supuesto tampoco descuidó el desarrollo de tecnologías de punta en algunas áreas y está abierta a la inversión directa extranjera. 

     Como resultado de esta importación tecnológica China ha creado cientos de millones de empleos y cientos de miles de empresas privadas. Obviamente sin apertura a la inversión directa extranjera, sin demasiado respeto a la propiedad intelectual, sin masivas “privatizaciones” de empresas estatales, sin abundante financiamiento bancario y sin una producción ingente de ingenieros con capacidad básica mínima el modelo chino de elección de tecnología moderna pero ya estandardizada no hubiera podido ser exitosa.

b)     India, en cambio, prefirió dedicar sus mejores esfuerzos a la creación de tecnologías de punta en las áreas de mayor crecimiento tecnológico: las computacionales. Apoyada en tres grandes ventajas comparativas: científicos excelentemente preparados, extensión del inglés como lengua principal  y  mano de obra barata se ha convertido en la meca investigativa  de cientos de empresas globales.

      El crecimiento económico de India ha sido también impresionante y parece muy promisorio pero el impacto social de la opción por creación de tecnologías de punta ha sido sensiblemente menor y más lento que el de China.

c) En ambos países con un tercio de la población mundial no ha sido el consumo sino la producción con tecnología “moderna”  medio decisivo para el desarrollo económico. Ya Schumpeter, hace casi 100 años, había mostrado que el desarrollo no comenzaba con innovaciones del comercio sino de la producción,

    Pero para los pobres la política china ha sido mejor.

2. Cadena de desarrollo

a) La secuencia del proceso de desarrollo, orden sucesivo de  “subetapas” promovidas,  explica estilos y capacidad replicativa de cada modelo de desarrollo.

    Inglaterra  inició su desarrollo con mejoras técnicas y administrativas  en los talleres (“learning by doing”, “división del trabajo”) y lo continuó con industrialización  y transporte  ferroviario para coronarlo con  la exportación.

    Alemania, inspirada en List, comenzó por una educación industrial técnica y siguió con una industria naciente de protección decreciente para terminar en el comercio internacional.

    Aunque el papel del Estado fue mucho más activo en Alemania, la secuencia fue parecida y exitosa: tecnología –industrialización-exportación. Esta es también la secuencia de muchas economías emergentes.

b) Dos secuencias opuestas y extremas las tenemos hoy en día en Singapore y Dubai.

    Singapore comenzó con un enorme esfuerzo educativo en matemáticas y ciencias -siempre con prioridad en la calidad- para pasar rápidamente a la industrialización y exportación (superávit comercial anual  actual de más del 25% del Producto y tasas de crecimiento del PIB superiores al  7%).

    Dubai, en cambio, sin recursos petroleros apreciables, inició su vertiginoso crecimiento económico abriendo sus fronteras a todo tipo de inversiones sobre todo turismo de bienes raíces de lujo y operaciones financieras offshore  y eliminando impuestos.

     Obviamente si otros países imitasen a Dubai eliminando impuestos para atraer centros financieros y turismo marca Las  Vegas disminuiría el dinamismo de su crecimiento económico. Las ventajas fiscales institucionales dependen de la tolerancia y no imitación por otros países y, para ser honestos, también de su propia habilidad técnica e institucional para servir de intermediario financiero entre empresas muchas veces  evitadoras ( no necesariamente “evasoras”) de impuestos y siempre buscadoras de mayores ganancias.

    Bermudas, Emiratos, Dubai, Caimán (quinto mayor centro banquero del mundo), Islas Vírgenes Británicas,  Guernsey, Luxemburgo, Macao y  Kartum son ejemplos eximios de crecimiento por políticas pro ricos (los más ricos son siempre empresas extranjeras).

3. Uso o creación de tecnología

        Sobre esta secuencia llamada por Paúl Romer hace una década “usar o crear ideas” ya está  dicho lo fundamental. África, cada día más sorprendente por su habilidad en usar  bienes electrónicos ambulantes,  los que uno lleva consigo: celulares, lap tops, i Pods…,  versus Finlandia, madre de Nokia y ocupante empedernido de los primeros lugares en toda clase de índices económicos.

2. Conclusión

    A pesar de muchos indicios en contrario República Dominicana todavía no practica una política abiertamente “pro ricos”, estilo Dubai pero nos vamos acercando a ella: turismo de bienes raíces de lujo, centros financieros y cibernéticos de comunicaciones, marinas…

    Esta política podría traernos divisas en abundancia si logramos institucionalizar el país. Ciertamente viviremos un mundo irreal  -ni siquiera virtual- producido en otras partes. No crearemos tecnologías, las usaremos; sabremos manejos prácticos de todo tipo de hierros electrónicos sin entenderlos tanto que podamos modificarlos; seguiremos viviendo en un mundo mágico moderno, habremos sustituido lo emotivo fantasmal religioso de nuestra secular tradición con lo emotivo fantasmal de lo electrónico. Seremos modernos. Perdón: postmodernos. Seguiremos viviendo sin ser.

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