Unas alzas sin transparencias

Unas alzas sin transparencias

Lo que en materia de combustibles hace la Secretaría de Industria y Comercio cada viernes es dar un boletín seco sobre nuevos precios, el que a veces incluye una escueta alusión a las alegadas causas de alzas. Pero hace tiempo que los niveles locales de los derivados perdieron afinidad con los internacionales del crudo. Meses atrás hubo fuera un período de descensos continuos mientras aquí los refinados quedaban inmovilizados. La explicación de que el Fisco había optado por “recuperarse” de alzas no traspasadas en los días de elecciones (populismo, demagogia) fue inaceptable. Si se había creado una legalidad para bajar y subir con sinceridad, nadie podía incurrir en una ilegalidad para violar las reglas del juego. Se supone que las leyes están por encima de los individuos, incluyendo a los que gobiernan.

La fijación de precios que como estos  influyen tremendamente en el costo general  de la vida debería basarse  en unas premisas claras. Ahora que no hay Shell ni cosa que se parezca, el Gobierno debe decir específicamente a cómo paga el barril de petróleo reconstituído; a cómo le cuestan los productos terminados que importa y con qué porción de lo que el consumidor paga se queda en concepto de utilidades para su Refinería y de ingresos para las arcas fiscales. El país tiene derecho a conocer las entrañas de este ejercicio en el que el Estado decide   los precios de la energía.

La dispersión política en RD

No se puede esperar que en el seno de nuestras organizaciones políticas reine una unanimidad mecánica de criterios. Ellas deben existir como conjunciones de voluntades que, sin embargo, no pierden la individualidad de sus componentes. Preocupante sería que sistemamáticamente cayeran en lo contrario. Que los partidos políticos padezcan escinciones, una y otra vez como entes de progresiva dispersión  por tosudez y querellas. Sería una deplorable incapacidad para avanzar en una sola dirección, con tolerancia y consensos.

La ciudadanía suele mostrar inconformidad con el comportamiento general de los políticos dominicanos. Los grandes males de la nación han esperado por ellos para atenuarlos siquiera y no ha sido así. Pero no hay ninguna duda de que los partidos son básicos para la democracia. Cualquier crisis grave en ellos es preocupante. ¡Que no sea necesario preguntar por quién doblan las campanas!

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