Unas elecciones sin arbitraje

Unas elecciones sin arbitraje

El peor aspecto de esta campaña electoral es la ausencia de árbitros. El presidente de la Junta Central Electoral, doctor Roberto Rosario Márquez, ha actuado desde la JCE como un miembro efectivo del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana. No ha tenido ojos para ver ni oídos para escuchar el desbalance de la propaganda, de las finanzas y el uso de los recursos públicos de parte del candidato oficial. Ceguera y sordera intencionales.

No es fortuito, entonces, que haya puesto una raya infranqueable a la única entidad  con capacidad técnica y entereza moral para señalar las asimetrías en el uso de los medios de comunicación, en la promoción de los candidatos y en el uso de los recursos públicos. En cambio, ha pretendido poner sus propios observadores.

Este debe ser uno de los pocos países donde un Gobierno entero se vuelca a favor de un candidato presidencial. El Presidente de la República, el Vicepresidente, todos los miembros del Gabinete, los viceministros, los directores departamentales, los vehículos, los combustibles financiados por los contribuyentes y los guardias y militares para protegerlos.

Este es un espectáculo de ausencia de institucionalidad que todos los ciudadanos han tenido la oportunidad de ver, bien sea por la televisión, por Internet, a través de fotos que envían los aficionados a facebook y a través de los periódicos. Todos han podido ver esa reedición del más puro y extraviado balaguerismo, menos el presidente de la Junta Central Electoral y el séquito que le acompaña, integrado por unos miembros del organismo que se comportan como segundones.  A este grupo no le ha importado la ley, no le ha importado la ética política, no le ha importado el texto constitucional, no le ha importado el ritual democrático.

Pero no juguemos a la inocencia. El doctor Roberto Rosario Márquez sabe en lo que está. Él ha disfrutado del poder durante todos estos años, ha sido promovido socialmente, ha mejorado su nivel económico y ha delimitado un espacio para actuar como señor de horca y cuchillo. Se siente en sus aguas. Todo dentro de la mejor escuela peledeísta.

Pero este todavía joven abogado no se llevará el lauro de haber sido un árbitro justo, equitativo, equidistante y sabio. El bautismo que puedan dar a todo esto los observadores turísticos de la Organización de Estados Americanos no será suficiente. Quedarán los informes de Participación Ciudadana, quedarán las crónicas de los diarios, quedarán los reportajes fílmicos de la televisión, quedará la Constitución ignorada en su artículo 211, y quedará, sobre todo, un retroceso importante en la institucionalidad electoral de la República Dominicana.

No importa cuánto se haya avanzado en los aspectos técnicos.

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