Por Julio Ravelo Astacio
La vida es bella, nos muestra Roberto Benigni en su galardonada película. Quiere esto decir que en el desarrollo de la misma no se presentarán dificultades, inconvenientes, conflictos, desafíos, ¡No! de ninguna manera. Las barreras, obstáculos son inherentes en la vida humana. Más aún, ellos nos mueven a utilizar nuestras capacidades y reservas para neutralizar o superar limitaciones.
Detengámonos en el diario vivir. Momentos duros, difíciles que al parecer no podremos superar. No obstante, cuando podríamos sentir el fracaso definitivo: llega la solución, la salida apropiada, el gozo por haberlo logrado, la satisfacción.
Así podemos ver, cómo en la vida de pareja se generan tantos conflictos, dificultades y enfrentamientos que nos pueden llevar a pensar en que vivir en la compañía de otra persona es algo imposible de realizar.
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Recordemos que se considera una relación tormentosa cuando la misma afecta la salud física o mental de una persona debido al vínculo malsano con su pareja.
Las relaciones tormentosas imposibilitan el curso sano que debiera producirse para crear un proyecto de vida en común. Nunca debemos olvidar las características en una relación de pareja.
Son dos seres provenientes de hogares distintos, con ambientes familiares y sociales diferentes, sexos diferentes, la más de las veces. En ocasiones de culturas, razas o creencias distintas.
Es una gama de muy diversos factores que momentáneamente coinciden en la idea de formar un hogar, de ser parejas. De ahí lo aconsejable que resulta conocerse bien, expresar las aspiraciones y deseos con relación a cómo se quiere que marchen las cosas. En fin, cual debe ser el aporte de cada quien, para sentirnos bien, para desarrollar estabilidad en esa unión.
El matrimonio puede ayudar a enriquecer la personalidad, ayudarnos a crecer en muchos aspectos. A reconocer las cualidades y características de la pareja y por ello expresiones como: “Con mi mujer, me saqué la lotería”, “Ese hombre ha sido una bendición para mi y toda mi familia”.
Con frecuencia podemos escuchar afirmaciones tales como: “No tengo suerte”, “No debí romper mi paz”, “No merecía un trato así”, “No me valoran”, “Acabo de salir de una relación tormentosa”, “No creo que pueda volver a tener pareja”. Son estas expresiones y otras vinculadas a la baja autoestima, a las experiencias del hogar que tienden a repetirse y tienen que ver con el orden: “Todo lo deja tirado, las medias de un lado, los zapatos del otro. Ni hablar de la ropa: hay un lugar para la ropa sucia pero nunca la pone en ese sitio”.
Otros factores que repercuten de manera importante en la relación son los relacionados con lo económico: “no entiende de gastos extras”, “me acusa de ser compradora compulsiva”. El uso de palabras y términos descompuestos expresados en alta voz y sin tener en cuenta la presencia de otras personas. “Nunca me dice que me quiere”, “No reconoce mis aportes o éxitos académicos, laborales o en el manejo de la casa”, “No ayuda con los niños”.
Son situaciones que se viven a diario. Nos deben mover a tomar muy en cuenta sus dimensiones y repercusiones en la relación de pareja. Nadie, en realidad desea tener unas relaciones tormentosas que vayan deteriorando su vida y consumiendo su existencia.
Para evitar las mismas o ponerles coto debemos definir bien las características de la persona con quien compartimos y decidir:
l Mejorar los niveles de tolerancia.
l Aumentar la autoestima.
l Evitar el terminar y volver.
l Reforzar el respeto recíproco; anulando las agresiones físicas o psicológicas.
l Procurar la ayuda profesional puede ser lo más aconsejable, ya que, usted pone en manos de una persona calificada algo tan importante como lo es su vida junto a su pareja que nunca debe llegar a ser tormentosa.
8 de julio 2023