Unas verdades incómodas

Unas verdades incómodas

AMPARO CHANTADA
No todas las avenidas de la ciudad tienen el mismo valor, lo sabían ustedes! Todas cumplen las mismas funciones «visibles»: son consideradas «espacio público», en ellas nos paseamos y también exaltamos algunos aspectos de la cultura. El graffiti, el dibujo, la música, la danza, la pintura encuentran en ellas motivaciones.

Las avenidas además regulan los movimientos pendulares de la población, son movilizadoras del tránsito. Sin embargo, «menos visibles» las acciones del Estado y del capital inmobiliario que otorgan valores diferenciados a porciones de avenidas. Estas segregan los terrenos adyacentes en función de los consumidores urbanos, que somos, a partir de la plus valía urbana que transfieren a los solares adyacentes. Por eso, en algunas, se construirán residencias de lujo, torres; en otras, una combinación de torres comerciales y residenciales; en otras solo torres bancarias y financieras y por fin en otras almacenes, fábricas, con cementerios o solares baldíos.

En Santo Domingo, las avenidas Churchill, Lincoln, Tiradentes sur, Kennedy y 27 de Febrero determinan un polígono con funciones múltiples, residencial de lujo, comercial y financiero con las empresas más fuertes de nuestro país. En ese polígono, desde décadas, se acumulan las inversiones tanto del sector privado como del sector público. Es un espacio moderno, conectado, donde los principales problemas son el desagüe pluvial y el parqueo.

Algunas avenidas están en un proceso de transición: las avenidas México, Independencia, Bolívar, Isabel Aguiar y la Luperón, de residencial a oferta de servicios médicos, de industriales a residenciales.

La avenida Máximo Gómez es ahora mismo la más caótica de la ciudad. Su proceso de transformación se inició con la desaparición de la cementera estatal y con la construcción del Metro, que revalorizaron todos los terrenos de ambos lados, cuando las últimas industrias se desplazan fuera de la ciudad. Las avenidas Tiradentes y Alma Mater deben completar su proceso de re-urbanización para ser integradas a las avenidas Pedro Henríquez Ureña y César Nicolás Penson, paralelas a la avenida 27 de Febrero, y urbanizadas con torres exclusivas a la sombra de sus hileras de flamboyanes y del viejo zoológico.

Nuestro frente de mar Caribe, el Malecón, conoce después de muchos años de olvido un proceso de recuperación por parte de capitales inmobiliarios que combinan en su oferta, las ofertas inmobiliarias ligadas a los usos turísticos  residenciales, comerciales y financieros, siendo el Malecón Center y la Torre Washington dos precursores de los grandes cambios que se avecinan.

Cuántos contrastes con las avenidas Duarte, Mella, Pedro Livio Cedeño, Padre Castellanos (17) y Francisco del Rosario Sánchez, absolutamente olvidadas por la operación cosmética de Roberto Salcedo, son importantes vías comerciales, en franco proceso de desvalorización.

Esas observaciones muy generales y la yustaposición del tratamiento estético que está realizando el síndico de nuestra capital con Santo Domingo Verde evidencia el tratamiento completamente diferente que se está realizando desde el Ayuntamiento, según el tipo de avenida.

Las palmas reales y los arbolitos chinos para los sectores privilegiados, y donde la inversión no era prioritaria ni necesaria, donde la siembra se realiza para realzar el carácter aristocrático y exótico de esos lugares pero donde no podrán estacionar ni descansar los peatones, los estudiantes y los vendedores ambulantes. Los gris gris y la palma cana son sembradas en los tramos de transición de las avenidas México, Lincoln y áreas residuales de la ciudad (triángulos). Los árboles de sombra, los debemos buscar, son tan pequeños que darán sombra dentro de cinco años, si sobreviven al ambiente caluroso que nos está creando el cómico que funge como síndico y que no siguió las recomendaciones que le hicieron los técnicos. En cuanto al tratamiento de las isletas centrales, asfaltadas casi todas, tratadas como jardineras, serán las responsables de las grandes avenidas de agua porque las isletas fueron sobre elevadas y el agua correrá, donde pueda, hacia las aceras.

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