Unción del profeta

Unción del profeta

El padre Pierre O’berle, misionero de los Sagrados Corazones, se permitió extraer de las lecturas bíblicas del domingo, una idea central: la selección del profeta. La lectura evangélica, extraída del libro de san Marcos, presenta a Jesús rechazado por sus compueblanos. “¿Quién es éste?” se preguntan al escucharlo. “¿Con qué autoridad viene a hablarnos, si no es otro que el carpintero hijo de José y de María?”. Las respuestas a esas interrogantes se encuentran en las lecturas que precedieron al evangelio.

Ezequiel cuenta que sintió el llamado de Dios. “Levántate, le dijo el Creador, y acude a los israelitas. Recuerda que es pueblo de dura testuz, y no te escucharán. Sin embargo, háblales para que sepan que les pido que se arrepientan de sus pecados”. Otra lectura, la segunda en este décimo cuarto domingo del tiempo ordinario, se extrajo, como el evangelio, de un libro neotestamentario. Por uno de los escritos de san Pablo a los pobladores de la ciudad griega de Corinto supimos que no siempre la voz del profeta es la más estentórea y firme.

Este apóstol, ejemplo de fidelidad a Cristo tras la conversión, confiesa que es de ánimo endeble. No se arredra pese a ello. Le pide fuerzas a Dios, dice a los corintios, y se convierten sus debilidades en inexpugnable fortaleza. Y por ello anima a los seguidores que ha conquistado en esa ciudad, para que mantengan sin dobleces las creencias que alienta sus corazones. Después de todo, es la fe en Dios y en su hijo el enviado, la que los hará seres imbatibles.

El padre O’berle, que nos dirá al concluir la misa que es nativo de Camerún, en África, pasa revista sobre el profetismo de nuestro tiempo. ¿Cuántos son los verdaderamente llamados, a los que tal vez rechazamos, tal cual es burlado Jesús por sus coterráneos? ¿Cuántos son los que no fueron ungidos y adoptan el sayo, el cayado o las sandalias del profeta? Mientras el padre habla hago mi lista, una larga relación de voces alzadas por encima de los seres comunes.

¿Cómo es posible, me dije, que se haya entronizado a alguien cuya garganta fue vuelta egregia por sus promotores para ocultar o ignorar sus bajezas? ¿De dónde acá surge el que cantemos loas a un traficante de insanas verduras sólo porque murió en la cárcel a manos de un oficial de policía? ¿Magnificamos vidas dedicadas a resaltar las mediocridades terrenas puesto que poseen manos llenas de dinero? ¿O aplaudimos principal y cálidamente los triunfos logrados al amparo de reprochables conductas cuyo destino es la degeneración de las sociedades?

Absorto me hallaba en la preparación de la lista de los falsos profetas de estos tiempos cuando advino una inquietud a mi alma. ¿Juzgas? Pues recuerda lo que Jesús proclamó ante sus discípulos, que ninguno de nosotros está llamado a formarle juicio a su prójimo. Porque quien juzgue, con la misma vara será juzgado por Dios.

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