Un compromiso irrenunciable

Un compromiso irrenunciable

El doctor Leonel Fernández Reyna ingresa  en la exclusiva nómina de los presidentes dominicanos elegidos democráticamente que han logrado sucederse a si mismo en el poder. Es más: en esa condición disfruta el privilegio de que su ejercicio y reelección tienen orlas democráticas que, en cambio,  no adornaron a los del  pionero  en las lides continuistas post tiranía. Su segundo período consecutivo de mandato comienza en época de muchos desafíos de orden externo y no menos amenazas internas a la integridad institucional de una  nación que ve resquebrajarse valores éticos y morales, que se siente realmente asediada en todos los términos.

 Todas estas circunstancias deberían indicarle al Presidente que está asumiendo compromisos muy serios y que está obligado a dar muchas respuestas acertadas y definitivas. Tiene que dar respuesta al ímpetu de la criminalidad y la delincuencia, al poder invasivo del narcotráfico sobre  las instituciones, a la pérdida de cohesión familiar por falta de oportunidades, a la necesidad de ahorrar, a la necesidad de combatir la corrupción y la pobreza, y de frenar la invasión pacífica a por parte de indocumentados. La reconquista del poder en primera vuelta debe indicarle al Presidente que mucha gente confía en su capacidad y en su vocación por mejorar el estilo de mando, y que ese voto mayoritario le coloca  ante compromisos irrenunciables.

 

Una tragedia para reflexionar

El accidente en que perdieron la vida más de una veintena de personas y resultaron heridas otras treinta en la carretera La Romana-Higüey, obliga a reflexionar sobre la falta de controles y vigilancia en nuestras vías interurbanas y  la necesidad de  mejorar la capacidad de circulación de una vía que ya resulta insuficiente para las demandas del tráfico vehicular. El manejo temerario sigue siendo un enemigo letal en nuestras  carreteras y nadie parece reparar en ello.

 Las demandas de tráfico que genera el turismo del Este del país ya sobrepasa la capacidad de circulación que ofrece esta carretera, que además está en malas condiciones. Si a esto sumamos la escasa o ninguna vigilancia por parte de patrullas de carreteras, y la ausencia de controles de velocidad y conductas o hábitos de manejo, nos daremos cuenta de que estamos ante precursores de tragedias como esta que comentamos. Conductores y autoridades deben reflexionar sobre este asunto.

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