Los representantes del sector laboral en el Comité Nacional de Salarios han abierto el camino hacia un acuerdo bastante satisfactorio tanto para la clase patronal como para los trabajadores, tras la prolongada e infructífera discusión orientada a reconocer que procede aumentar el poder adquisitivo de los asalariados.
Los dirigentes sindicales aceptan como razonable que el aumento salarial mínimo sea de un 15% (bastante inferior al que originalmente pretendían) y ante el cual los empleadores solo ofrecían un 12% para el nivel mínimo.
Al mismo tiempo adelantaron que acogerían que el alza salarial para quienes ganan hasta 30 mil pesos mensuales sea de solo un 5%. Con esta concesión que implica renunciar considerablemente a sus reclamos originales, la contraparte patronal queda sin excusas razonables que impidan una transacción conciliadora.
Más bien, el empresariado se encuentra ahora cómodamente ante la posibilidad de dar inicio a una relación más positiva con el ente laboral que ha estado en franca rebeldía ante sus reticencias.
Vivimos en un país de una mayoría de ciudadanos que aun con esa conquista posible en materia salarial seguiría en desventaja ante la realidad del alto costo de la vida.
Estén advertidos los patronos de que la opinión pública se inclina evidentemente en favor de los reclamos laborales y que como muy bien dijo el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez el país no se va a hundir porque se aumente un poco el salario de los trabajadores.
Acaba de celebrarse en Santo Domingo una reunión ministerial en la que confluyeron países de América Latina y la Unión Europea.
En ese marco, la Europa de nuestros orígenes (la de la maternidad cultural y política de estos pueblos) se reafirmó el compromiso de las potencias que integran lo que antes llamaban el Viejo Mundo, en el propósito de aumentar la cooperación con Haití, el vecino que de manera muy compleja y dramática incide sobre el destino de esta República.
Los Estados europeos dejaron dicho, al final de esta cumbre centrada en el Grupo de Río, que les preocupa, tanto como a nosotros, la pobreza regional; proclamaron que deben tomarse medidas para enfrentar los efectos
del cambio climático y urgieron a impulsar soluciones al problema energético sin causar más agudas presiones sobre el calentamiento global.
Los latinoamericanos pertenecen a un marco regional severamente incidido por un Estados Unidos belicoso, excluyente y torpe en el enfoque de los problemas de sus vecinos.
El extremismo y la unilateralidad del presidente George Bush, que han fomentado el surgimiento de posiciones radicales expresadas en gobiernos populistas e izquierdosos, determinan que las relaciones inter hemisféricas actuales sean adversas a los cambios beneficiosos y al progreso de esta sociedad. Somos un hemisferio en discordancia y desbalance.
La Unión Europea es harina de otro costal. Sus discursos y sus actos solidarios con los pueblos situados al sur de la frontera imperial que divide al Norte del Sur, dan motivos a la esperanza de unas mejores relaciones entre el Primer Mundo de la parte europea y este subcontinente que es crisol de razas.