Unidad contra la delincuencia

Unidad contra la delincuencia

Es muy oportuno el llamado del presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez, para que autoridades y sociedad civil conformen una unidad contra la delincuencia.

Lo es porque todas las evidencias indican que el auge de la delincuencia es fruto del fracaso de programas oficiales diseñados para enfrentar ese flagelo, sobre todo en materia de prevención y de eliminación de causas.

La unidad contra la delincuencia tiene que estar basada en un rediseño de la prevención y garantías para los ciudadanos que denuncien a autores de actos delictivos de cualquier naturaleza.

El país, que está sobrecogido por la inseguridad y por la audacia desafiante de la delincuencia, necesita ver resultados tangibles de las políticas oficiales contra los hechos delictivos.

Hay que empezar a materializar esa unidad que propone el presidente del Senado, pero obviamente en base a criterios y patrones que garanticen un retorno de la seguridad ciudadana.

Sería útil recoger experiencias de ciudades como Nueva York, cuyas autoridades han logrado reducir a expresiones mínimas la criminalidad. No pasa un  día sin que haya un acto delictivo relevante y sin que aumente el número de víctimas directas e indirectas de esos actos. Hay que buscar, juntos, las causas del fracaso de las políticas contra este mal social.

Se busca un juez que se atreva

Se necesita un juez de ejecución de la pena capaz de quebrar un grave acto de exclusión que se está cometiendo en la cárcel de Najayo. Un juez que del mismo modo que ha otorgado cientos de permisos para que presos con dinero puedan acudir a sus médicos, haga algo similar por cinco reclusos que no tienen “ni en qué caerse muertos”, para convertir en domiciliaria su reclusión atendiendo a razones meramente humanitarias. Un juez que no tema ser juzgado por haber hecho con presos pobres lo mismo que ha garantizado a reos ricos.

La hazaña consistiría en convertir en domiciliaria la prisión de los condenados Zoilo Canario, de 67 años; Elpidio Arias, de 40, y Francisco Guzmán, afectados de tuberculosis en condición terminal. También Celestino Manzueta, de 20 años, esquizofrénico, y Freddy Abreu, de 53, preso preventivo en estado parapléjico. ¿Alguien se atreve a quebrar esta exclusión?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas