Unidad de acción contra el continuismo antidemocrático

Unidad de acción contra el continuismo antidemocrático

Ya estamos en el 2016, a 55 años de la muerte de Trujillo y preparándonos para las XV elecciones presidenciales, celebradas religiosamente cada cuatro años; a excepción de las del 1994, que se hicieron solo a los dos años, por las causas de todos conocidas.
Desde entonces se dice ingenuamente que estamos en un proceso de “transición democrática”, que parece tener vocación de eternidad…

En realidad, luego de un período de auge de la institucionalidad por la vigencia del antiguo PRD, bajo la influencia del inolvidable José Francisco Peña Gómez, el sistema electoral, que debía ser el primer poder del Estado, como afirmara el maestro y constitucionalista Eugenio María de Hostos; el cual ha venido retrocediendo consistentemente, al punto de que el partido de gobierno, el PLD, no solo hizo derogar la Ley 286-04 sobre Elecciones Primarias simultáneas organizadas por la JCE, sino también que ha impedido que haya una Ley Electoral conforme a la Constitución y una Ley de Partidos Políticos. Asimismo, ha secuestrado una parte del antiguo PRD y del PRSC.

Lo que se ha producido desde el ascenso del PLD al poder en el 2004, es una degeneración de la democracia electoral, siendo sustituida por otras realidades políticas, como son la cleptocracia o gobierno de los que roban; la plutocracia, o gobierno de los ricos; la ludocracia, o gobierno de los que manejan los juegos; y la narcocracia, o gobierno de los narcotraficantes y sus asociados.

Independientemente de las diferencias justificadas que pueden tener los ciudadanos en términos de ideología política y pertenencias partidarias, el imperativo de la hora es la unidad de todos para hacer posible un gobierno decente y viable que abra el camino hacia una verdadera democracia política, económica y social.

Tal como sucediera a fines del año 1873, cuando la “Revolución Unionista” reunió a los azules, los rojos y los no partidistas contra la sangrienta y anexionista dictadura de los “Seis años de Báez”; y con la “Revolución de la Unión” del 1903, que hermanó a jimenistas y horacistas contra los ex-lilisistas “colituertos”, que se acantonaron en el poder a causa de los enconos de la luchas partidarias, que logró después que se instaurara un régimen, que con sus defectos alcanzó la convivencia pacífica de todos y una etapa de progreso y relativo bienestar.

Tenemos que unirnos todos: izquierdistas, conservadores, perremeístas, viejos perredeístas, reformistas, peledeístas decentes y descreídos de los partidos del sistema, para contribuir al triunfo de Luis Abinader, que le devolverá la soberanía al pueblo dominicano, para reordenar al país; antes de que la canallocracia que ha organizado la cúpula del PLD, que se ha adueñado del país, nos conduzca inevitablemente al despeñadero de la bancarrota, la anomia social y la corrupción más absoluta que conoce la historia moderna.

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