La unidad que exhibe el Partido de La Liberación Dominicana en torno al licenciado Danilo Medina, candidato presidencial de esa organización política, es sin lugar a dudas uno de los mayores activos que la casa morada puede mostrar ante el electorado que en mayo próximo decidirá quién ha de dirigir las riendas de la nación.

Por lo que se puede notar, esta unidad no está fundamentada en criterios de reparto del botín estatal, pues no ha sido posible incluir en la nómina pública a los 80 mil dirigentes medios a nivel nacional y mucho menos a los más de 2.3 millones de miembros del PLD. Sin embargo, la integración de los peledeístas a la campaña electoral que busca retener el poder más allá del 2012, es activa, ferviente y apasionada.

Y es que se trata de una visión de nación que sobrepasa los intereses personales y de grupos, enfocada en propósitos nacionales que sólo pueden ser alcanzados en un gobierno dirigido por una organización política con unidad de criterios, disciplinada, con un mismo norte y sobre todo que pueda extrapolar a la familia dominicana su espíritu fraterno, en tiempos en que la desunión ataca los cimientos sociales del mundo.    

Contrario a la unidad que presenta el PLD, el candidato del PRD no ha podido aglutinar en torno a su proyecto político todas las fuerzas que gravitan a lo interno de esa organización, por lo que nos preguntamos: ¿si no puedo unificar mi casa, podré unificar la nación?

La falta de unidad ha sido motivo de caída de importantes reinos e imperios, entre ellos el Greco Macedonio, que ante la muerte de Alejandro se divide en tres dinastías: Ptolemaica, Antigónida y Seléucida, debilitándose así y dando paso más tarde al surgimiento del imperio Romano sobre ellos.

El sentimiento de unidad de los dominicanos aún es grande y debemos conservarlo con aquellos que lo predican y lo practican.