El 23 del presente mes, los dos máximos dirigentes palestinos, Ismael Haniye que preside Hamás en la Franja de Gaza y Mamad Abbas que preside la Organización para la Liberación de Palestina (0LP) en Cisjordania, firmaron un acuerdo para unirse y obtener así una sola posición negociadora con el Estado de Israel.
Es un paso notorio, inteligente, práctico y viable que vislumbra la unicidad palestina para viabilizar de manera completa y cabal futuras negociaciones con los medio hermanos por el jus sanguinis israelistas, y concretizar con deponer las aristas esgrimidas por cada uno de los aparentes irreconciliabes bandos para concretizar la anhelada paz.
Es una correcta decisión de Hamás y la OLP porque se ciñe a un enunciado cardinal del presidente Barack Obama de negociar con Israel en una sola representación palestina, y es lo que han acordado las dos facciones, en un momento crucial en que las tentativas del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, fracasó por sentar en la mesa de negociación a hebreos y palestinos, luego de doce intentos in situ tanto en Tel Aviv como en Ramalá.
El premier israelí, Benjamín Netanyahu, y halcón al cuestionable accionar de David Ben Gurión, Golda Meir, Levy Eskhol y el genocida Ariel Sharón de rechazo palmario a todo trato con los palestinos, de inmediato desechó el pacto OLP-Hamás por interpretar al último célula terrorista como lo califican la UE y USA, omitiendo esa misma categoría a Menachen Begin dirigiendo el Irgún cuando voló el hotel King David de Jerusalén, en la etapa convulsa del Yishuv, el Stern y el Palmach.
El otro argumento de Netanyahu rechazar negociar con una sola identidad palestina porque ninguna reconoce al Estado de Israel, es inválido, recordando que el asesinado rais Yacer Arafat lo reconoció.