Unir las naciones

Unir las naciones

Hará unos 15 años que escribí un editorial en el diario El Nacional o en la revista ¡Ahora! titulado ¿Un gobierno mundial?

El planteamiento del editorial era señalar cómo los países  económicamente desarrollados y militarmente poderosos usaban la Organización de Naciones Unidas para cubrir aventuras militares, respaldar el saqueo de recursos naturales en contra de la voluntad de los pueblos e intervenir en los asuntos de gobierno de naciones dependientes.

El envío de soldados y policías boinas azules a distintos países, como bomberos internacionales, cuando se presentaron problemas graves de quebrantamiento del orden, de genocidios y otros delitos graves de lesa humanidad, se ha visto como conveniente, pero…

Cuando Estados Unidos intervino en Kosovo, crearon una nación forzando la realidad, con el fin de contar con aliados que convienen únicamente a sus intereses, irrespetando las leyes internacionales. Sólo el uso de la fuerza, empleada medalaganariamente, pudo crear ese país.

Lo interesante es cómo la fuerza se impone a razones y a la razón, cuando los intereses de los países militarmente poderosos son supuestamente afectados.

La Organización de Naciones Unidas que ha jugado un gran papel en diversos campos de la actividad humana, es conducida con una actitud de tuertos que sólo pueden ver en una dirección: la de la imposición.

Lo curioso es ver cómo una tragedia, un genocidio como el que se comete en distintos países de África, no mueve la acción de las Naciones Unidas, pero hechos menos extensos, aunque igualmente repugnantes, provocan intervenciones e invasiones.

La ONU en muchas oportunidades actúa en contra de los intereses de los pueblos, aunque la verborrea de sus directivos intente engañar a todos. Esa institución que actúa al servicio de los intereses de unos pocos, carece de fuerza para reclamar, imponer sus criterios, sus opiniones, sus decisiones. Ahí está, por ejemplo, lo ocurrido en Irak. Primero Saddam era bueno porque contribuía con la guerra sucia contra Irán. Luego Saddam era malo porque tenía armas de destrucción masiva, lo cual era falso, pero invadieron Irak y se produjo una guerra que nadie sabe cuántos muertos provocó. Tampoco nadie es capaz de predecir cuántos iraquíes faltan por ser asesinados por terroristas, fanáticos religiosos y fanáticos nacionalistas.

La Organización de  Naciones Unidos no intervino ni le preocupó que Pinochet en Chile y los “onganías” en Argentina cometieran genocidio contra sus pueblos.

Ahora que se crea una organización de países americanos con luz propia y decisión de cooperación para la paz y el desarrollo, ojalá que entendamos que ese fue el sueño de Bolívar y de Martí, quien hablaba claramente de “Nuestra América”.

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