Universidad Interamericana y la perseverancia

Universidad Interamericana  y la perseverancia

La Universidad Interamericana (UNICA), celebró recientemente su graduación ordinaria XXXII, en los salones de la Academia de Ciencias. Estaba yo allí presente por una doble circunstancia, primero en representación del Lic. Milciades Mejía, presidente de nuestra augusta Academia, en mi condición de presidir la Comisión de Salud de la institución científica, y segundo, por estar esa tarde invitado a pronunciar el discurso de “exaltación” a los jóvenes graduandos, en razón de que nosotros con sumo agrado presidimos la Junta de Asesores de la Universidad.
Mientras el Rector de la UNICA, el Lic. Gabriel Read se dirigía doctamente a los estudiantes dándoles la bienvenida, exaltando la culminación de sus grandes esfuerzos y dedicación para recibir los títulos que los acreditaban como profesionales en distintas áreas del saber; en ese momento solemne, revolotearon en mi mente vertiginosos pensamientos que deseo hoy compartir con mis siempre amables lectores. Reflexioné en rápido caleidoscopio, sobre mi experiencia magisterial desde el momento de graduando (el joven médico), hasta nosotros recibir (ya más maduro), muy honrosamente el grado prestigioso de “Maestro de la Medicina Dominicana”. Pensé en la docencia universitaria actual, la cual dejó de ser como era en el pasado, de dirección única –del maestro a los alumnos-, para presentar hoy una doble dirección: por una parte los profesores continúan enseñando claro está; pero lo que enseñan son por lo general meras técnicas, experiencias, simples métodos. Los alumnos han aprendido a vivir en un mundo autosuficiente, de influjos mutuos de cerrada coetaneidad, donde la tecnología les permite el acceso a todas las bibliotecas importantes del mundo al esfuerzo de un “clic”. Es decir que el buen profesor se encuentra pues, frente a dos problemas: el de franquear, hasta donde sea posible, la “distancia” que le separa de sus alumnos para el logro de comunicar con ellos; y el de profundizar en el aprendizaje “tecnológico” que, paradójicamente debe recibir de quienes han acudido a aprender de él.
Los jóvenes, aun sin saberlo del todo, son los que introducen la novedad en la vida y en la historia; nosotros los mayores contemplamos su conciencia y comprendemos la realidad a través de ellos. En las manos de los jóvenes está el futuro del mundo. Procurar descifrar ese futuro intentando descifrarles a ellos, es nuestra tarea. Al mirar desde la mesa de honor el mural de los “Laudatios” (la más alta distinción) de la Academia de Ciencias, vi la foto de mi padre Don José Silié Gatón, y lo recordé. Por eso cuando me tocó decir las palabras de exaltación a los graduandos, elegí el tema de la “Perseverancia”, rememoré su obra “Ética para el Mejor Vivir”. La inspiración me hizo resonarla y los motivé a ser perseverantes, porque la perseverancia es: acumulación de potencias para mover los recursos interiores asentados en el cerebro. La vida es una ascensión contante. Se eleva el pensamiento. Se crece en sabiduría. La conciencia se enriquece con la experiencia. Adultece nuestro cuerpo. Suben las ideas al yo íntimo. Llega la destreza por el conocimiento. En fin, se operan diversas expresiones de importancia real en cada quien y más cuando la cultura rebosa lo alto de nuestro numen cerebral.
Debemos siempre el procurar fomentar las actitudes positivas, que son síntomas luminosos de bienestar, hay que perseguirlas y hacerlas suyas. Esta ha de ser una tendencia que por su importancia debe tratar de conquistarse para satisfacción y felicidad del individuo. Si estas fuerzas decrecen, el entusiasmo palidece. O lo que es peor, esto quiere decir vencido antes de iniciar el esfuerzo fundamental del éxito. Perseverar –debes recordarlo-, es ir tras el triunfo sin desmayos ni voluntades decadentes. Es revitalizar las disponibilidades mentales. Es la adopción de medidas vivas, latentes, activas, para la realización de algo propuesto. Es la provisión de instrumentos razonables, para darle forma y ejecución a los designios útiles de la vida. Resulta que, para fluir mejor en la corriente de la vida, bueno es hacer conciencia de que debes extraer de ella las energías más poderosas para su pleno disfrute. ¡Perseverar es triunfar!

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