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Durante su participación en el Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, el doctor Julio Amado Castaños Guzmán, rector de la Universidad Iberoamericana (UNIBE), dio la voz de alerta acerca de una crisis que podría afectar el Sistema Dominicano de Instituciones de Educación Superior; también, el destacado profesional de la medicina consideró que las Facultades y Escuelas de formación y capacitación docente debían ser intervenidas; estimó la educación técnica profesional como prioritaria; y, entre otras consideraciones, criticó el hecho de que los resultados de las evaluaciones de las instituciones de educación superior que lleva a cabo el Ministerio del ramo no hayan sido publicados.
A lo largo de los últimos 50 años, la matrícula en la educación superior en la República Dominicana ha venido experimentando un crecimiento espectacular, pasando de menos de 2 mil estudiantes en 1960, a más de 440 mil educandos en el año 2010. Se prevé que, antes de finalizar la segunda década del actual milenio, sobrepasaremos los 600 mil estudiantes matriculados en instituciones de educación superior. La Universidad Autónoma de Santo Domingo, de más de 200 mil estudiantes, es una de las más pobladas del continente.
Algo parecido ocurre en relación con el número de universidades y de institutos de educación superior. En 1960, aquí sólo existía la Universidad de Santo Domingo. Entre los años 60 y 70 del pasado siglo 20 se fundaron tres universidades más: la PUCMM, la UNPHU y la UCE. Fue al final de la década de los años 80 cuando comenzó a observarse un crecimiento progresivo del número de instituciones del género, de manera tal que para el año 2011 ya disponíamos de 41 instituciones de educación superior: 31 universidades; seis institutos especializados de estudios superiores; y cuatro institutos técnicos de estudios superiores.
Todo ocurrió a la sombra de la idea de democratizar el sistema y de alcanzar una mayor armonía entre los estudios universitarios y los requerimientos del mundo laboral. Ese extraordinario crecimiento de la población universitaria ha beneficiado a miles de jóvenes que no habrían tenido oportunidades similares una generación antes. Pero, no todo ha sido color de rosa. Veamos. El artículo 63 de la Constitución de la República consigna que “toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”. El modelo de demanda estudiantil que se desarrolló aquí, inspirado en el reconocimiento de ese derecho, por la falta de recursos para implementar a tiempo una reforma del sistema, provocó la ocurrencia de desequilibrios que impactaron negativamente en el mismo, como el existente entre las llamadas carreras técnicas o de corta duración con las tradicionales, en la distribución desigual del número de alumnos matriculados por regiones, y en el número de estudiantes matriculados según las áreas del saber. Unas declaraciones atribuidas al director del Instituto Dominicano de Cardiología, doctor Ernesto Díaz Álvarez, aparecidas en el periódico Listín Diario en su edición correspondiente al 17 de mayo del 2014, dan cuenta que el 80% de los cardiólogos del país está concentrado en la Capital de la República y en la ciudad de Santiago de los Caballeros.
Es que no podía ser de otra manera, tomando en cuenta el hecho de que más del 90% de los estudiantes de ciencias de la salud estén matriculados en universidades localizadas en esas dos ciudades del país. El doctor Castaños advierte con sobradas razones “que hace falta una política de educación superior que permita el admitir los miles de jóvenes bachilleres que saldrán de las escuelas públicas y privadas del país cuya demanda se triplicará”. Como veremos más adelante, en materia de educación, suele ocurrir que la solución de un problema conlleve el surgimiento de otro tal vez más grave: Una inversión del 4% del PBI en un sistema frente al sólo un 0.33% del PIB en otro amenaza con dañarlo todo. Parece ser eso lo que más preocupa al rector de UNIBE.