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Con el objetivo de ampliar las oportunidades de sus ciudadanos de cursar estudios superiores y de aliviar la presión ejercida sobre las facultades tradicionales, desde mediados de los años 60 del pasado siglo 20 hasta nuestros días, aquí, al igual que en casi todos los demás países de la América Española y de la Región del Caribe, se ha venido implementando diferentes sistemas de instituciones de educación superior.
El debate contemporáneo sobre la educación superior es hoy mucho más complejo que el que tuvo lugar en la República Dominicana cincuenta años atrás.
Hoy, está en juego la confianza misma de la sociedad y del Estado en la educación. Ya no es aceptable para todos que la misma continúe siendo el único medio con que cuenta un país para promover su desarrollo, fortalecer su identidad nacional y asegurar su autodeterminación.
En cada época histórica, en consonancia con el modelo de desarrollo económico y social prevaleciente en un país, sus líderes se ven en la necesidad de rediseñar sus sistemas de formación de dirigentes profesionales.
Ya no solo se trata de concentrar todos los esfuerzos en las llamadas reformas universitarias.
Los procesos democratizadores exigen más y son mucho más complejos que los de antes. Los mismos apuntan más bien a una redefinición de las relaciones entre el Estado, la Sociedad y la Universidad.
Diferente a lo ocurrido a décadas pasadas, Rollim Kent afirma: “ahora que encontramos una sociedad que critica a la universidad, una universidad que debe rendir cuenta frente a públicos externos, y un sistema de educación superior donde actores tradicionalmente excluidos son ahora copartícipes o hasta protagonistas del cambio”.
Todo ello nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el ser y quehacer de nuestra Alma Máter, la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo, y en el contexto nacional e internacional, mencionar ¿cuáles son los retos que la Universidad Primada enfrenta que podría generar otros?
En el primer semestre del año 2011, las estadísticas revelaron un gravísimo desequilibrio entre el número de estudiantes matriculados en las facultades de Humanidades y de Ciencias Económicas y Sociales en comparación con el número de las que ingresaron a las facultades de ciencias básicas y tecnologías.
Geográficamente, un desproporcionado 73.05% del número total de alumnos matriculados en instituciones de estudios superiores en el primer semestre del año 2011 se concentró el Distrito Nacional y en la provincia de Santiago.
Tres de nuestras universidades de mayores dimensiones, UASD, UTESA y O&M, representaron el primer semestre del año 2011 el 70.62% del total de estudiantes matriculados. En tanto que el conjunto de otras cuatro instituciones de educación superior, UCSD, INTEC, PUCMM, UNIBE, representó, en ese mismo lapso de tiempo, un 7.09% del total de estudiantes matriculados. Esto nos demuestra que la llamada masificación del Sistema Dominicano de Instituciones Superiores se suscribe a solo unas cuantas universidades.
Los mayores porcentajes de la matrícula de educación superior según el nivel de estudio corresponden al nivel de grado (96.46% en el 2010 y 96.24% en el 2011).
En el nivel de postgrado el porcentaje de matriculación resulta menor que el de técnico superior (1.59% en el 2010 y 1.50% en el 2011). En el nivel técnico superior los porcentajes de matrícula, con respecto al total son de 1.95% en 2010 y 2.26% en 2011.
Todos esos desequilibrios ponen en grave peligro la calidad de la educación, no solo en aquellas universidades desbordadas por la masificación, sino también en otras en las que la congregación del número de estudiantes matriculados en un área concreta del saber ha alcanzado o superado la capacidad de enseñanza de que disponían.