Universidades indígenas en Bolivia

Universidades indígenas en Bolivia

EFE-REPORTAJES. Las primeras universidades indígenas  han iniciado su andadura en Bolivia con el propósito de elevar a rango de estudios superiores la cultura de aimaras, quechuas y guaraníes.

480 jóvenes indígenas, todos procedentes de comunidades rurales, se han matriculado en la primera promoción de las tres universidades indígenas creadas en Bolivia, en las que se pretende recuperar la ancestral cultura de aimaras, quechuas y guaranías pero también aplicar esa sabiduría en el desarrollo del país. Así, estos chicos estudiarán cómo aplicar en sus comunidades de origen, para hacerlas más productivas, antiguos conocimientos y tecnologías sobre hidrocarburos, agronomía altiplánica o tropical, veterinaria y zootecnia, textiles o piscicultura.

El objetivo es que, una vez concluidos sus estudios, estos alumnos retornen a sus comunidades para evitar el despoblamiento e improductividad de las extensas zonas rurales del país.

Una visión de productividad.  En Warisata, una localidad ubicada en el Altiplano del departamento de La Paz y a casi cuatro mil metros sobre el nivel del mar, se ha instalado la universidad aimara, bautizada con el nombre de “Túpac Katari” en honor a uno de los más importantes héroes indígenas que se levantó contra la colonia española en el siglo XVIII.

Chimoré, población situada en la zona cocalera del Chapare (Cochabamba, centro), donde se forjó la carrera sindical y política del presidente Morales, es el lugar donde se encuentra la universidad quechua “Casimiro Huanca”, mientras que la guaraní “Apiaguaki Tüpa” se ubica en Kuruyuki, en la región sureña de Chuquisaca. “Siempre he tenido ganas de ir a la universidad y si no venía a estudiar acá, iba a ir a otro lado. Pero mejor acá, porque esta universidad tiene otra visión, una visión de productividad que es necesaria para el cambio que está experimentando Bolivia”, explicó a Efe Edgar Mamani, un joven de 26 años que estudia Ingeniería de Alimentos en la aimara universidad Túpac Katari.

Mamani llegó a la universidad tras ser elegido entre los jóvenes de su región, a 600 kilómetros al norte de Warisata, para estudiar la transformación de los productos naturales en envasados. “En mi región tenemos el cacao, los cítricos, el plátano, el café y un montón de productos y queremos transformarlos porque allá, como somos una región muy alejada, estamos muy postergados incluso por el propio gobierno”, dice Mamani, antes de entrar a clase de Cosmovisión Aimara tocado con uno de los típicos “chullus” o gorros de lana andinos.

Junto a otros 160 jóvenes, Edgar comparte de lunes a viernes un mismo edificio que en 1931 fue la primera escuela indígena del Altiplano boliviano y que tenía otro destino antes de convertirse en universidad pues debía acoger un museo sobre la cultura aimara.

En el módulo principal, en una planta baja llena de pinturas indígenas y esculturas en piedra, se encuentra el dormitorio para las chicas, separado del de los varones.

No falta casi de nada: dormitorios comunes, lavabos para todos, y desayuno, comida y cena en un comedor-auditorio repleto de bancos de madera y platos de cerámica y turnos de limpieza que organizan los propios alumnos. “De momento dormimos todas juntas, en literas, como si fuera un rancho militar, pero nos han dicho que, cuando se pueda, todas tendremos nuestra propia habitación. Eso será bueno, aunque dormir juntas tiene sus cosas buenas”, asegura antes de entrar a clase Yanet, una de las pocas chicas que se atreve a desafiar el frío altiplánico con una falda de vuelo de color morado.

Una de las asignaturas comunes es Cosmovisión aimara, en la que el docente, con el libro “Tesis india”  convence a sus alumnos  sobre el capitalismo y el origen de sus comunidades.

Crear buenos profesionales

No se ha pretendido conformar meras universidades etnocéntricas. O al menos así lo asegura el rector de la universidad aimara, Benecio Quispe. “Se podría pensar que esta universidad se ha creado para que los indios sigan siendo indios, y no. No se trata de crear universidades etnocéntricas, universidades que conviertan a los indígenas en una especie de museo andante. De lo que se trata es construir una universidad en la que se establezca el conocimiento pertinente”, concluye Quispe.

El rector explica que aunque pueda parecer que se pretende simplemente reforzar la identidad indígena, la verdadera voluntad del presidente Morales -“sin él no hubiera sido posible esto”- Es crear buenos profesionales.

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