Universitarios haitianos con el Presidente

Universitarios haitianos con el Presidente

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Ayer tuve la oportunidad de ver el encuentro entre el ciudadano Presidente de la República y los estudiantes universitarios haitianos. Fue un acto marcadamente positivo y, según mi parecer, de un extraordinario valor en la búsqueda de trabajar mejores y menos prejuiciadas relaciones entre Haití y la República Dominicana. La presencia del doctor Leonel Fernández en este tipo de encuentro, junto a su Canciller de la República, los titulares de Interior y Policía, de Educación Superior y Administrativo de la Presidencia, le imprime mayor singularidad y trascendencia.

Los jóvenes haitianos debieron ser los primeros sorprendidos con la presencia del Presidente  Fernández, con su espontaneidad, con su intervención central y con las veces que hizo uso de la palabra para responder sus quejas, inquietudes y necesidades. Más de lo que hizo el jefe del Estado no se podía ni pedir, ni esperar. Les hizo sentir bien acogidos por el gobierno, por la sociedad y por las universidades; les hizo saber que los dominicanos y sus autoridades se sienten bien con la contribución que hacen para que se formen recursos humanos que Haití necesita para construir su futuro, y también contestó cada una de sus inquietudes y viabilizó cada una de sus quejas y necesidades, incluso marcando pautas para desbrozar los obstáculos burocráticos.

El doctor Fernández fue, incluso, más allá de lo esperado, como en algún momento dijera el rector de la PUCMM, monseñor Agripino Núñez Collado. Les prometió donarles dos autobuses para que se trasladen de aquí a Haití, y viceversa.

Para mi este tipo de iniciativas tiene un valor extraordinario. Por una razón elemental: más que las palabras y las expresiones de buena voluntad, son los hechos los que hablan con mayor elocuencia y credibilidad. La reunión del Presidente Fernández con estos muchachos y muchachas haitianas es, por sí misma, un hecho elocuente y de múltiples significados. Así, creo, tienen que considerarlo los mismos jóvenes universitarios participantes, la sociedad haitiana,  la comunidad internacional y quienes en nuestro país predican la confrontación y la animosidad entre Haití y la República Dominicana.

Nuestra preocupación con el futuro haitiano, con su desarrollo económico y social y con la construcción de una democracia mínima, la que sea posible dentro de sus circunstancias actuales, tiene que ir más allá de las palabras. Esta presencia universitaria, por ejemplo, es un hecho, es una contribución positiva. Más todavía cuando se hace como se dijo en el acto que lo hacía la PUCMM y la Utesa desde hace varios años, dándole a los estudiantes haitianos un trato económico similar a los dominicanos. Ojalá que la UASD, teóricamente más popular, pueda hacer lo mismo, como sugirió el Presidente de la República al rector Reyna. 

Del acto también me gustó mucho la franqueza con que los jóvenes estudiantes haitianos expresaron sus quejas, sus inquietudes, sus necesidades y también los reconocimientos que hacían por el respeto y el buen trato que recibían en las universidades, particularmente en la Universidad Católica Madre y Maestra.

Las universidades que acogen cientos de estudiantes haitianos están, de forma consciente o no, tendiendo puentes entre Haití y la República Dominicana. Unos puentes que son necesarios para fomentar afectos, amistades, agradecimientos, colaboraciones, vínculos que se tejen y un mayor conocimiento mutuo. Las buenas relaciones que siempre ha habido entre dominicanos y haitianos en los bateyes, en los campos azucareros, en las ciudades azucareras, principalmente en el Este, en Samaná, en Barahona y en las cinco provincias fronterizas debe extenderse a los grandes centros urbanos donde los haitianos incursionan en otras áreas productivas.

    Esta buena voluntad y la necesaria integración que deberá estimularse y acogerse en el futuro, de ninguna manera deberá chocar con una clara y precisa política migratoria de parte del Estado Dominicano.

En resumen, esta reunión del ciudadano Presidente de la República y altos funcionarios de la nación con los jóvenes haitianos que estudian en las universidades dominicanas establece un precedente muy positivo y envía, como se dice ahora, mensajes claros de la actitud oficial hacia la comunidad haitiana localizada en territorio nacional.

Falta ahora, sin embargo, que los funcionarios presentes en la reunión no dejen caer a tierra las palabras y las promesas que el Presidente Fernández hizo a estos jóvenes. Una de las señoritas haitianas que habló en los momentos finales del acto recordó que en San Francisco de Macorís se les hicieron promesas similares y ninguna se había cumplido. Cuando un Jefe de Estado habla y promete, cuanto dice y promete pasa a ser una política pública. Toca, pues, a sus funcionarios, hacer quedar bien a su Presidente y al Estado dominicano.

(bavegado@yahoo.com)

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