“Universos rotos” todas las posibilidades del movimiento

“Universos rotos” todas las posibilidades del movimiento

El rompimiento como búsqueda de nuevas formas, ha sido una constante en Mercedes Morales, desde cuando siendo una de las más importantes figuras de la danza clásica nacional, crea junto a Víctor Ramírez “Ballet Roto”, iniciando así una nueva etapa cuyo lenguaje expresivo, rompía con la ortodoxia clásica.

Hoy directora del Ballet Nacional Dominicano, Mercedes Morales, encuentra una compañía cuya trayectoria en años recientes ha privilegiado la danza contemporánea, por los que sus rompimientos encuentran un terreno fértil, perfectamente abonado con intérpretes bien entrenados.

En esta primera presentación de este año de la compañía estatal, el solo título de la misma “Universos Rotos”, condiciona al espectador, y no habiendo lugar para la diversidad, las expectativas son pocas, independientemente de la calidad de las propuestas coreográficas presentadas en este espectáculo de danza moderna o contemporánea, según usted entienda.

El artista decía Lorca, debe ser espejo de su tiempo, en el plano más específico de la danza, José Limón señala: “La función del artista es por siempre ser la voz y la conciencia de su tiempo”, en una perspectiva más amplia, Pauline Koner, dice: “El que únicamente refleja su tiempo no está haciendo lo que debe hacer un artista: actuar como catalizador de la sociedad. Si sólo ve lo que es, no está trascendiendo lo inmediato”.

Ese mundo onírico de sílfides, aldeanas, figuras etéreas, de príncipes y princesas, no ha muerto, está ahí, permanece en el tiempo, no precisamente por su impronta social, aunque era reflejo del pensamiento de una época, específicamente el romanticismo, sino porque heredó y perfeccionó un lenguaje de danza, una técnica y sobre todo, una estética que enriquecida con nuevos aportes, -Nijinski, Ballanchine, Lifar- ha llegado hasta nuestros días. El ballet clásico se reinventa una y otra vez, surge el neoclasicismo; el coreógrafo de hoy puede darle un nuevo giro a la danza clásica, desde su particular enfoque.

Por otra parte, aquellos que motivados por las nuevas corrientes que surgen desde finales del siglo XIX, se adhieren a la llamada danza moderna, contemporánea o neo-contemporánea, son “espejo de su tiempo” han creado un lenguaje, una nueva estética del movimiento más libre, que les permite ser, y expresar una emoción, un conflicto, un momento histórico, a través de una danza narrativa o abstracta. La capacidad creativa, la comunicación, finalmente ha determinado la trascendencia de muchos de estos hacedores de danza moderna.

“Universos Rotos” presenta dos piezas contemporáneas, “Guara ar iu filin?” del costarricense Francisco Centeno, y “Exilio Voluntario” de Víctor Ramírez, cuyo tema esencial, es y ha sido: la “migración”, prefiero el término a exilio, ya que no implica un motivo político, o un destierro sin retorno.

Víctor Ramírez, decidió explorar voluntariamente otros horizontes, que le han permitido cultivarse y desarrollarse, dentro de su campo: la danza. La pieza que nos presenta es una reflexión, un mirar atrás y al futuro, un encuentro vital consigo mismo, con su identidad, llegando a la convicción que no es ni de aquí ni de allá, es simplemente “parte del mundo”; pero la tierra llama, suenan las tamboras, se abre un espacio al folclor, luego evoca otra faceta de su vida artística, produciendo el único momento lírico de la noche. Su buen quehacer coreográfico, conserva su sello. La variopinta música empleada se adecúa a cada momento.

“Guara ar iu filin?” es un “spanglish” traducido: ¿cómo te sientes? Es un acercamiento a dos mundos; la composición coreográfica divida en diez escenas, parte de un concepto bien elaborado, con una estética determinada. Es una verdadera explosión de creatividad que explora todas las posibilidades del movimiento, el collage musical va desde lo autóctono, hasta Mozart; el énfasis en los efectos es una constante, así también utiliza la palabra, con una narrativa surrealista, especie de apología de amor, cónsona con la idea totalizante. El elemento esencial sin duda, son los bailarines, capaces de transmitir toda circunstancia, cada emoción. Las individualidades apenas son perceptibles, el protagonista es el conjunto, en movilidad constante, extraordinaria. Los integrantes del Ballet Nacional dieron muestra de talento y excelente formación, logrando momentos impactantes. Junto a nuestros bailarines actuaron como invitados los bailarines salvadoreños, Laura Benítez y Michael Henríquez, a los que les damos la bienvenida, junto al maestro Centeno.

Pero independiente de la calidad de las obras presentadas, el Ballet Nacional, ha conseguido romper con el estilo y la tradición que le dieron origen, olvidando que como “Ballet Nacional” debe primar el eclecticismo en la danza, para satisfacer todos los gustos, a no ser que se quiera convertir el Ballet en una Compañía de Danza Moderna. Pero más aun, y esto es muy lamentable, el rompimiento más allá de los géneros, ha llevado al Ballet Nacional a perder en gran medida, el público tradicional, creado por el trabajo de muchos años, que lo respaldó siempre. Ver que el Ballet Nacional Dominicano no es capaz de llenar medianamente la sala Avilés Blonda de Bellas Artes, cuando su escenario por años fue el Teatro Nacional, es preocupante, y debería llevar a una reflexión.

 

 

 

 

 

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