Uno no sabe para quién trabaja

Uno no sabe para quién trabaja

El hombre planifica cuidadosamente sobre la base de criterios que le parecen lógicos, y sin embargo en no pocas ocasiones obtiene resultados contrarios a sus designios. Factores circunstanciales, a veces difíciles de prever, suelen sepultar propósitos bien calculados.

Con razón afirmaba el filósofo y ensayista español, José Ortega y Gasset, que «yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mi». En pocas palabras, los acontecimientos que se conjugan en un momento y lugar determinados son decisivos para que una persona o grupo puedan alcanzar sus objetivos. Veamos a continuación algunos episodios históricos recientes que demuestran lo antes apuntado.

Cuando en 1994 los entonces candidatos presidenciales José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer se disputaron en reñidos comicios la Presidencia de la República, se alegó un fraude electoral que culminó con el llamado Pacto por la Democracia. Los estrategas políticos del PRD entendían que en las elecciones de 1996, producto de la precipitada y errátil modificación constitucional del 1994, ganarían fácilmente sin tener a Balaguer como adversario. Recordemos que en la reforma constitucional antes señalada se prohibió la reelección presidencial. Con el concurso de los sectores más influyentes de la sociedad dominicana se suscribió dicho acuerdo sin tomar en consideración la estocada que se le daba a nuestra Carta Sustantiva y a la propia institucionalidad del país.

Los perredeístas consideraban como un hecho consumado su triunfo en 1996, sin Balaguer como candidato y con un PLD que ocupaba un lejano tercer lugar en las preferencias del electorado. No calcularon que de las filas de ésta última agrupación política surgiría un candidato joven, que apenas se le conocía por haber sido compañero de boleta del profesor Bosch en 1994. Pero tampoco se imaginaron que ese «pollito», como una vez lo calificó el propio doctor Peña Gómez, tendría la habilidad de obtener en la segunda vuelta el respaldo político de Balaguer. ¿Moraleja? Los esfuerzos realizados por Peña Gómez y su Partido en 1994, fueron cosechados por Leonel Fernández en 1996.

Hace casi cuatro años, para ser más preciso, el 16 de agosto del 2000, asciende al solio presidencial Hipólito Mejía. Con apenas dos años de gestión promueve en su círculo más íntimo otra reforma constitucional con el propósito de reducir el porcentaje para ganar en primera vuelta y restituir la reelección presidencial. Fracasa en lo primero pero obtiene lo segundo gracias a la mayoría del PRD en ambas cámaras legislativas. Y aunque legalmente no le aprovecha dicha modificación, en razón de que fue electo al amparo de la Constitución de 1994, es actualmente candidato con escasas posibilidades de ganar en los comicios, de este año, conforme con las encuestas realizadas. ¿A quién le beneficiaría eventualmente esta última enmienda constitucional propiciada por el PPH? A Leonel Fernández nuevamente, quien de resultar electo el próximo 16 de mayo, sería sin discusión alguna candidato en los comicios del 2008.

El pasado año el PLD y el PRSC promovieron una agresiva campaña para que renunciara Morel Cerda de la JCE. A pesar de que el titular del máximo tribunal electoral se negó en principio a ceder a las presiones, finalmente terminó abandonando el cargo, accediendo así a las demandas formuladas por las organizaciones opositoras. Si bien es verdad que Morel Cerda pudo haber tenido inclinaciones políticas por el PRD, no menos cierto es que tiene más luces e independencia de criterio que la mayoría de los actuales miembros de la JCE. Tanto el PRSC como el PLD cometieron el desliz de motivar su renuncia sin contar con un plan alternativo para designar en su lugar a una figura de prestigio capaz de garantizar la trasparencia de los comicios venideros. Prefirieron negociar la incorporación de activistas políticos de sus respectivas parcelas y dividir de manera acelerada el tribunal electoral en dos cámaras. En pocas palabras, lograron el efecto contrario a lo que se propusieron y terminaron politizando aún más la composición de la JCE, en lugar de reestructurarla. Este traspié podría costarle caro al PLD en las próximas elecciones. ¿Consecuencia? Con la salida de Morel Cerda se afianzó el control del PRD sobre la JCE.

Ahora se dice que la Ley de Lemas o de Voto Preferencial Presidencial perjudica la candidatura de Leonel Fernández. Independientemente de que sea aprobada o no en la Cámara Baja, Leonel continuaría encabezando todas las encuestas. He visto y escuchado a los comentaristas políticos realizar sondeos telefónicos con una boleta imaginaria de varios candidatos, como la que contempla la indicada ley, y en todas gana el candidato del PLD. Para éste último, el problema no es la aprobación de la ley, sino la composición de la JCE. Y es precisamente en este organismo que el PLD tiene que echar el pleito para acceder al poder.

La población percibe esta iniciativa legislativa como un intento desesperado del PRD por retener el poder, y lejos de beneficiarle le perjudica. La unidad de un partido no se obtiene con un instrumento legal. Se precisa la madurez de su dirigencia y sentido de unidad. Los legisladores podrían estar trabajando para aumentar el margen de popularidad que registra el candidato del PLD, quien podría ser percibido en lo sucesivo como víctima de una maniobra de última hora, lo cual aumentaría la intención de voto en su favor.

En definitiva, no siempre sabemos con certeza quién o quiénes recogerán mañana los frutos de nuestro esfuerzo de hoy. Con sobrada razón se repite hasta el cansancio el adagio popular que reza: «uno no sabe para quién trabaja». Y los más cultos repetirían la conocida expresión de Ortega y Gasset.

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