Unos 400 latinoamericanos estudian bachillerato en escuela jesuita en Italia

Unos 400 latinoamericanos estudian bachillerato en escuela jesuita en Italia

Méndez Roma, (EFE).- Alrededor de 400 latinoamericanos tienen la oportunidad de continuar sus estudios y graduarse como bachilleres en Italia gracias a la organización «Fe y Alegría» fundada por los jesuitas en Caracas (Venezuela) en 1955.

«Haber empezado a estudiar, después de tanto tiempo, me ha hecho sentir viva», cuenta a Efe Claudia Karina Canecilla una peruana que llegó a Roma hace 10 años y que está a punto de graduarse como bachiller en la Unidad Educativa, que lleva el nombre del fundador de «Fe y Alegría», José María Vélaz.

Ella es una de los más de 400 alumnos latinoamericanos que han recibido educación integral en la escuela que forma parte del proyecto educativo «Fe y Alegría», que ha cruzado el océano para instalarse en tres ciudades italianas- Milán y Génova y Roma, donde celebra su décimo aniversario de existencia.

De esta manera, los inmigrantes latinoamericanos tienen la oportunidad de continuar o terminar los estudios de bachillerato que iniciaron en sus países de origen, mientras trabajan. Cada año se matriculan un promedio de 50 alumnos de todas las edades y procedentes de los 12 países que forman parte del Convenio Andrés Bello- Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. Al terminar el sexto grado deben defender una monografía sobre informática y después se licencian con el título de «Ciencias de Comercio y Administración y Especialización Informática», con el que pueden optar a estudios superiores en cualquier universidad italiana.

Los alumnos reciben clases dos veces por semana en la sede de la Universidad Pontificia Gregoriana (jesuita), en el centro de Roma- las tardes de los jueves y todo el domingo que es el tiempo libre de los inmigrantes que trabajan, en su mayoría, en la limpieza de casas o cuidando niños y ancianos. «Es muy sacrificado porque le dedican el tiempo libre, así que lo hacen con mucho empeño, conscientes de que es duro pero también convencidos de que lo quieren hacer», explicó a Efe la coordinadora del proyecto, María Luisa Berzosa.

Para la mexicana Araceli Aguilar asistir a lecciones todo el domingo es mas bien divertido- «Antes de estudiar salía a pasear sola por el centro de Roma. Ahora hago algo productivo, estudio, aprendo. Esto ha sido como salir a la vida. Estoy contenta, satisfecha porque siguiendo este camino se pueden abrir muchas puertas», dijo a Efe la joven. Berzosa cuenta que, con el tiempo, el perfil de los inmigrantes ha ido cambiando-

«Desde hace dos años los alumnos que tenemos ingresan con más estudios, han terminado el ciclo básico y aquí hacen la especialidad». Otro cambio que ha observado Berzosa es que si hace unos años los inmigrantes estaban en Italia de una manera temporal, ahora vienen decididos a quedarse. Esta situación ha desencadenado otra realidad propia de la inmigración- la de quienes deciden establecerse en Italia y deben traer a sus hijos. «Tenemos desde el año pasado no solo adultos sino adolescentes hijos de los inmigrantes que los traen porque deciden establecerse en Italia.

Son jóvenes que no se adaptan a la escuela italiana y los recibimos aquí», relata Berzosa. Esta labor es posible gracias al trabajo de 18 profesores, la mayoría voluntarios, latinoamericanos, españoles e italianos. «Tienen un grandísimo empeño en ayudar a sus paisanos», explica Berzosa en el caso de los latinoamericanos, «es una labor muy meritoria, pues trabajan en su tiempo de descanso», agrega. La psicóloga mexicana Ana Sofía Ibarra imparte desde 2006 las clases de Formación Humana, una materia que complementa los créditos académicos y que busca una formación integral y espiritual de los estudiantes.

 «Lo que me impulsa a continuar es que cada sesión aprendo de ellos. Es como si hiciera un viaje a otro lugar», explica Ibarra a Efe. «Terminar es un sueño que me empuja a seguir adelante», dice Claudia Canecilla. «Ya me ha cambiado la vida- volver a los libros, te lleva a querer saber más», añade la peruana, de 35 años, que en el futuro quiere ser maestra de niños. EFE

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