POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
Las manifestaciones cinematograficas se miden por sus contenidos y por humores que en su atmósfera ellas crean. No hay dudas que este año paasado el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ha sido golpeado severamente por toda esa contradicción entre dólar y euro o pesos cubanos convertibles.
A ello hay que agregar las dificultades que tienen los paquetes turísticos que se agregaban al festival en tiempos del festival.
Pero todos han estado de acuerdo, en cada parada o comentario, que la edición de este año del Festival del Nuevo Cine Latinomaericano, ha sido ligeramente aburrido y poco concurrido.
Ello no quiere decir que la calidad o la fuerza fílmica de este festival haya decaído, quizás hay una congoja nada fílmica que se trasluce en lo fílmico y en la puesta en escena de la propia muestra.
Se debe recordar que las personas que comparten esos días cortos donde programan más de 100 películas diarias, suelen comentar estas situaciones, la conclusion general es que hay una soledad, hay un aislamiento que sin embargo la presencia de las panorámicas internacionales del 26 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, ponen de relieve a un festival cuyas redes internacionales, su efectividad, se hace sentir en cada muestra panorámica programa, donde además el espíritu profesional es incuestionable, Cuba sigue siendo el centro y la referencia de una cinematografía cuyos contenidos sociales revelan, de un lado indirecto, la otra realidad cubana.
La defensa del cine social, no muy en boga para los puristas del cine, Cuba la asume, ello lo vemos en el esquema de programación del festival de La Habana.
Todo ello tiene una explicación, el propio nacimiento del cine cubano, su forma, sus realidades, le hace ser sensible a otras cinematografías del continente que atraviesan en su búsqueda las mismas precaridades que Cuba atravesó cuando hacía su mundo fílmico.
De todos modos, se vuelve a decir que al margen de algunos estados de ánimo, el pulso del Festival tomado varias veces por personas distintas, se mostraba débil y aletargado.
Pero esta tendencia no es nueva, desde el Festival 24 se ha venido observando un cierto descenso en la presencia de personas en el festival internacional de la Habana.
Algunos afrman que el festival pierde vida, otros refutan que si estuviera herido, hace mucho, en una situación como la actual, hubiera desaparecido.
Muchos no salían de asombro al ver estas situaciones, pero el consenso era que el Festival estuvo lento, muy lento.
Sin embargo, valga la paradoja, las panorámicas de las películas muestran en cambio un festival en poder de un material fílmico de difusión internacional impactante, que vincula naciones cercanas y distantes, mezcla de temáticas diversas y reflejando valores y enigmas de la humanidad, como sólo el buen cine testimonial podría hacerlo.
Un festival de cine en un espacio para tener a todo el mundo contento, debe mezclar con inteligencia buena programación, ambiente de humor y apertura comunicativa, al margen de tener una guía de actividades lúdicas apetecibles y añorada, para un público que de día y algunas noches trabaja y que comparte ideas e intercambia con otros invitados, porque el festival que no propicie el intercanmbio, le quita interés a toda la estructura de aperturismo emocional que debe tener siempre un festival de cine.
En este sentido, el Havana Film Festival, en su edición del año 2004, ha mostrado una cara desconocida, le ha faltado la alegría acostumbrada y lo que es peor es el desaliento.
A veces puede una atmósfera interna transformar el interior de una manifestación cultural, la pregunta tiene una respuesta obvia: si la actividad se relaciona con seres humanos, los estados de ánimo y los estados de alma se mezclarán con la actividad, de modo inevitable, ese clima invariable se observaba.
La compensación, entonces, eran las películas y sus países de procedencia, pietajes fílmicos viajantes, pletóricos de historias y situaciones que la realidad convirtieron en películas.
LAS PANORAMICAS INTERNACIONALES Y LA VIDA
PALPITANTE DE UN CINE BATALLADOR
Pese a todo lo señalado, la paradoja seguía siendo la fuerza de convocatoria del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, el poder de exhibición de tantas películas provenientes de lugares tan lejanos a la propia Cuba.
El cine de América Latina, que no puede dejar de reflejar la vida miserable y los apuros económicos de su población, busca formas para expresar por su cine (que es su boca, voz y espíritu) y al mismo tiempo retratar cómo somos en nuestra identidad.
Como siempre su presencia en Cuba es arrolladora y se pueden ver panorámicas llenas de títulos generosos o enigmáticos, que muestran sus momentos de gusto fílmico excepcional.
México, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Argentina, Bolivia y Uruguay, presentes en concursos y en exhibiciones panorámicas no competitiva, exhiben peliculas tales como, en el caso de México, Temporada de Patos, un film de carácter experimental de Fernando Eimbcke, nos señalan el camino de hacia donde está la búsqueda latinoamericana al margen de lo social como tema profuso importante y crucial, pero generalmente siempre con los mismos tratamientos, para solo citar un ejemplo interesante.
Argentina tiene años siendo líder de producción latinoamericana, y los logros no se hacen esperar, aunque el debate sobre sus fórmulas para narrar y terninar sus películas, casi todas influenciadas por la reciente crisis social y política del país, está en el aire y ante el cual mi posición sigue siendo la misma: no es fácil narrrar historias latinoamericanas auténticas y mezclarlas luego con soluciones Hollywood recalentadas, el cine Argentino siempre ha dado muestra de un vigor creativo excepcional, no veo razón alguna para que tenga que recurrir a fórmulas que al final malogran películas, caso Luna de Avellanada, de excelente arranque, con situaciones interesantes, no muy profundos los personajes y con un largo final que obliga a los actores a sobreactuar de modo inmisericorde. Sería intersante hacer en la República Dominicana, alguna mesa redonda sobre el tema de las soluciones y puestas en escenas del cine argentino y sus fórmulas cinematográficas.
Pero las panorámicas de este festival, el caso de las cinematografías europeas, por ejemplo el caso de Italia, que resulta interesante pero poco difundido, porque ya Italia es más que Begnini o Nani Moretti o Pupi Avatti, para solo poner un simple ejemplo.
Las panorámicas han sido excelentes, cine danés, cine cine brasileño, cine italiano, cine australiano, cine africano.
Ahí se puede notar esta situación tan particular : un festival para algunos en picada, y que a pesar de todo tiene un vigor interior, diverso, mumtinacional, muy especial.
Ahora bien, las actividades culturales no pueden hacerse al margen del estado de alma de los seres humanos que deben disfrutarla, se sabe bien que el público cubano es exigente y franco y en que en estas películas de panorama, viaja por realidades que desconoce, cuando esa posibilidad se desprecia o no se valora como antes, algo que debe mover a reflexión, yo todavía lo estoy haciendo…