Unos recortes  perjudiciales

Unos recortes  perjudiciales

La descentralización  democrática  se debilita sensiblemente  porque los gobiernos de las ciudades o municipios están sometidos a una precariedad financiera originada por las autoridades centrales del Estado. El Poder Ejecutivo impone  el unilateral criterio de desobedecer el mandato legal de destinar a los ayuntamientos un monto  presupuestal de un 10% de ingresos fiscales. Esto es parte de una amplia  política  que transgrede otros esquemas de leyes que obliga  al Estado a atender   de manera creciente con y permanencia  necesidades de áreas como la Educación. Al proceder   contra la diversidad de compromisos   con la ciudadanía  a través de los organismos edilicios El Gobierno  agudiza el irritante desbalance entre inversiones públicas   considerables, ambiciosas, y concentradas en Santo Domingo, y las pequeñas y múltiples atenciones que urgen en  comunidades a lo largo y ancho  del país.

Está reducida la capacidad de los ayuntamientos frente a  enfermedades y muertes asociadas a cólera y a dengue que prosperan por  basura y contaminación. La principal obligación  (no la única)  de los cabildos  es la limpieza urbana. Censuramos  que  se permita su  grave estrechez. Mientras  languidecen, la Liga Municipal   dispone anualmente de una gruesa asignación presupuestal que no arroja frutos, que es demasiado dinero para sus improductivas asesorías y   cuyo pasado manejo está cuestionado por la Cámara de Cuentas.

Alzas  en colegios según los casos

No sería justo asumir un rechazo   en términos generales  a las alzas tarifarias de los colegios privados. Procede guardar respeto por  la diversidad de entidades que prestan el servicio cuyos costos y niveles de calidad tienen que corresponderse   con lo que facturen  a padres y tutores. En verdad el  Estado debería velar    por la existencia de numerosos centros particulares orientados a la gente más pobre del país; imprescindibles porque el Estado no tiene cupo para la niñez en pleno. Cabrían pequeños subsidios.

Un buen  servicio que el Ministerio de Educación  podría brindar a la ciudadanía en este ámbito es comprobar,  para autorización por  caso y  nivel social,  la legitimidad de las aspiraciones de los colegios en función de que hoy todo cuesta más que hace tres años en el país. La otra preocupación para los fines de reglamentación es ver si  tales establecimientos toman en cuenta las urgencias salariales de sus maestros.

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