Unos tiempos muy difíciles

Unos tiempos muy difíciles

Persistirá la crisis mundial sobre el suelo dominicano con una caída del crecimiento de la economía que pasará del 5,3% el año pasado a solo 0,5% en este 2009, según proyección del Fondo Monetario Internacional. En los hechos, se experimenta a todos los niveles una reducción de la demanda sobre comercios  y servicios, declinación de zonas francas, turismo y remesas. El desempleo crece y muchos negocios caen en picada. La persistencia de este clima gris obliga a reaccionar con creatividad y firmeza.

El propio FMI ha advertido a todos los gobiernos que deben extender el ciclo de estímulos a sus economías con intensas medidas financieras y fiscales, visibles   sobre todo en el Primer Mundo. A nivel local los esfuerzos del sector público han sido modestos pero las dificultades de la hora plantean la urgencia de revisar cada variable que pueda ser influida por medidas  monetarias y presupuestarias en favor de la producción y el consumo. Se sabe que el Fisco ha sufrido sus propios problemas de caída de ingresos. Pero es ostensible también que el curso de sus gastos e inversiones no se compadece cien por ciento con las urgencias del presente.  Con  decisión,    el sector público tiene que dar prioridad a  inversiones  y programas  de corto plazo que dinamicen la economía y alienten  áreas de negocios que se distingan por su potencialidad para emplear mano de obra y generar bienes.

En deuda  con la ciudad de SD

Santo Domingo padece un déficit de infraestructuras y espacios para la distribución  y venta  al detalle de productos del campo, agravado por el desorden urbano y la falta de autoridad. El enfrentamiento entre el gobierno municipal   y los vendedores callejeros que ocupan vías de tránsito  en las cercanías del mercado Nuevo tiene pues causas bien claras. Sin embargo la sindicatura del Distrito Nacional ha tenido éxito anteriormente   en poner gentes y cosas en sitios convenientes y deberá también solucionar esta desorganización.

Que no cuente con que esa  indómita multitud de vendedores renunciará a seguir con la actividad que le genera ingresos. Será necesario hallarle un lugar provisional que no entorpezca el tránsito mientras se busca una solución permanente creando o terminando instalaciones  de mercadeo que hace tiempo que debían de existir por gestión y diligencias de quienes disponen de recursos y  poder.

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