Un violín vibrante y nostálgico envuelve al Teatro Nacional

Un violín vibrante y nostálgico envuelve al Teatro Nacional

Un espectáculo seductor constituyó la presentación en el Teatro Nacional del  musical “El violinista en el Tejado”, producido por el inagotable Guillermo Cordero. Basado en la novela “Las hijas de Tevye”, del escritor ruso Sholom Aleichem, el musical  estrenado en Broadway en 1964 y luego  llevado a la pantalla en una memorable película en 1971, nos llega muchos años después, en un montaje  digno de los mejores escenarios, que pone de manifiesto el innegable talento criollo.

 El sonido del violín  nos envuelve en su magia y se convierte en símbolo, en metáfora colosal y poética. La obra de Aleichem de profundo  contenido humano y existencial,   narra las vivencias, las emociones, alegrías y penurias de los moradores de la pequeña comunidad judía de Anatevka, en tiempos difíciles –finales del zarismo- . El musical clásico y teatral recoge el espíritu de la obra y lo hace a través de un humor exquisito, que permite la distracción del público de la tragedia que subyace.

Más allá de la diáspora del pueblo  judío, el argumento base, una familia con cinco hijas, tres de ellas en edad de merecer, se sustenta en las relaciones familiares, en la confrontación generacional, la tradición como estandarte y la endogamia secular en lucha permanente con un mundo cambiante, pero sobre todo, el argumento se sustenta en el amor, capaz con su fuerza de romper con dogmas ancestrales.

“El violinista en el tejado” posee todos los elementos –argumento, música, danza, canto, además de la  tecnología a su alcance, que lo potencializan como un gran espectáculo, de hecho lo ha sido por años, sin embargo, el éxito dependerá siempre de la puesta en escena, donde entra en juego la imaginación, inteligencia, creatividad y experiencia del director, capaz de totalizar el engranaje y darle visus de originalidad, Guillermo Cordero, artista de  gran sensibilidad y experiencia, asume este nuevo reto y sale airoso.

Acierta al escoger los actores para los distintos personajes, y sabe delegar.

 Enrique Chao estuvo excelente en la dirección escénica; Patricia Ascuasiati, por su parte,  une elementos propios del folklore ruso y la dancística tradicional judía con sus  hermosas coreografías.

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El trabajo actoral

Los personajes, verdaderos arquetipos, nos cuentan la historia a través de los actores, de cuya actuación depende la verosimilitud de la fábula.  Kenny Grullón encarna el rol protagónico de Tevye, siendo esta su mejor actuación; logra emocionar al interpretar con autenticidad el exquisito personaje, en apariencia ligero, profundamente humano, y pone  distancia de aquel legendario creado por Topol, aunque por momentos la referencia es inevitable. Destaca además en las partes cantadas. Todos los actores en gran medida responden a las exigencias de sus roles,  Nuryn Sanlley, Laura Calderón, Robmariel Olea, Sharlene Taulé, Canek Denis, Ernesto Báez, Mario A. Hernández y Wilson Ureña. Algunos. pequeños papeles son engrandecidos por la calidad de los actores que los encarnan: Iván García, Elvira Taveras, Jorge Santiago, Enrique Chao.

Otros detalles

Las escenas secuenciales son hermosas, de gran impacto, sobresalen la del Prólogo y la del sueño, en la que destaca Ivonne Haza, como el espectro de la abuela. Cada segmento, cada personaje, son parte de un todo colosal, cohesionado  a través  del  violín.

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