Urbanismo y economía

Urbanismo y economía

Julio Santos-Cayado
Los conceptos del título generalmente chocan. Tomemos Gazcue como ejemplo. Hace cincuenta años Gazcue estaba habitada por familias de holgada posición económica. Actualmente, esas familias se han mudado hacia el noroeste del Santo Domingo que ha crecido desmesuradamente. No obstante, las propiedades quedaron aunque pasaron a manos de personas de menores ingresos, convirtiéndose en negocios.

Las verjas que adornaban y protegían las mansiones de aquellos tiempos, fueron derribadas para habilitar parqueos a los clientes. Gazcue cambió radicalmente su aspecto; se “arrabalizó”.

El Ayuntamiento de Santo Domingo, con sus mejores deseos, ha tratado de detener el deterioro de Gazcue estableciendo considerables restricciones para construir. Estas han creado el conflicto que resulta del choque del cambio natural del uso de suelo con la economía del área. Antes, los dueños mantenían el esplendor porque Gazcue era su hábitat; ahora no resulta económico mantener el aspecto señorial. Visto así, quedan dos caminos: permitir que las estructuras se modernicen y se hagan económicas o seguir el deterioro progresivo.

Es en ese punto, la modernización de las estructuras, donde surge el conflicto entre los ayuntamientos, arquitectos promotores y dueños. Es obvio que las casas existentes en Gazcue tienen un limitado atractivo económico; en consecuencia, la tendencia es convertirlas en multipisos para negocios o viviendas. Esto conlleva derrumbar las edificaciones existentes.

El problema no es exclusivo de Gazcue, ni de Santo Domingo, hemos visto en ciudades europeas, norteamericanas y suramericanas muestras del mismo. En esas ciudades se conservan una que otra calle y algunos edificios muy específicos que realmente son joyas arquitectónicas o históricas.

¿Cómo han resuelto en esas ciudades los conflictos? Pues de diversas formas, veamos: Para las calles en las cuales las edificaciones ya tienen cierta altura que permite, si fueran adecuados, hacerlos rentables; se mantienen las fachadas, se derriba todo el interior y se construyen apartamientos modernos, sea para viviendas o comercios.

En casas muy valiosas, cuyas alturas impiden que puedan convertirse en rentables económicamente, se permite construir torres elevadas: diez, veinte, cuarenta o más pisos, dependiendo del país, con sólo mantener las cuatro fachadas originales.

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