Las recientes inundaciones en el Distrito Nacional y los demás municipios que conforman el Gran Santo Domingo es el resultado de un crecimiento desordenado, sin las infraestructuras de drenajes pluvial y sanitario adecuados, así como del proceso de pavimentación continúo a través de las construcciones.
La consideración es del arquitecto y urbanista Omar Rancier, decano de la facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), tras señalar que el 70 por ciento de estos territorios carece de alcantarillado pluvial y sanitario.
Indica que a esto se agrega la pavimentación continúa de la ciudad mediante obras de todo tipo, lo que ha reducido al mínimo las zonas de percolación de las lluvias.
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Suma a esto la falta de acciones preventivas, como la recolección de residuos sólidos, la limpieza de los imbornales y los cortes y podas de árboles que representan peligro, entre otras, por lo que considera que “somos una ciudad post desastre”.
“Nosotros no prevenimos nada, aquí no tenemos cultura de la prevención, y esto se refleja en las inundaciones y sus consecuencias”, explica el arquitecto Rancier.
Deplora al mismo tiempo que se continúen permitiendo los asentamientos humanos en terrenos vulnerables, próximos a ríos, arroyos, cañadas y pendientes, zonas que se sabe de antemano que son inundables y proclives a los deslizamientos.
Esto se produce, afirma, a pesar de que la Ley de Ordenamiento Territorial y Uso de Suelos dice que deben prohibirse los asentamientos en terrenos peligrosos o de riesgos.
Aclara que dicha ley apenas tiene un año de haber sido promulgada y todavía se trabaja en su reglamento que deberá salir lo antes posible. “Uno de los puntos que yo señalo es la falta de prevención, de programas de prevención, sobre todo, que nos encontramos en una zona muy vulnerable en termino climático, en termino sísmico”, subraya.
Sin protocolo
Rancier deplora que no existen protocolos para movilizar a miles de familias que habitan en zonas de alta peligrosidad y en lugares inseguros, tal como se demostró con las recientes lluvias caídas en el fin de semana del 16 al 18 de noviembre pasado.
“Un programa que contemple unos protocolos de protección de la ciudad cuando haya un evento anunciado, que se lograría si estuviéramos una visión clara y un plan claro para manejar la ciudad”, indica.
Expresa que desafortunadamente existen algunos planes, pero nunca se implementan, por lo que es lo mismo si no existieran.
Miles de viviendas en el Distrito Nacional y otros municipios del Gran Santo Domingo, así como de otras localidades del país, quedaron bajo las aguas de ríos, arroyos y cañadas con más de 30 fallecimientos, en que una gran parte quedó prácticamente sin nada.
A esto suma las cuantiosas pérdidas de pequeños y medianos establecimientos comerciales, así como en la agropecuaria.
Lamenta que se permita un proceso de urbanización sin ningún control y sin tomar las medidas correspondientes para proteger a la misma población que se va alojar en ella.
“El territorio es como una esponja, tu echas agua y llega un momento que el agua sale porque no resiste más, que es lo que ocurre en el Polígono Central; es decir, están metiendo tanta gente en una infraestructura tan deficiente que ya comienza a colapsar”, expone.
Ciudad porosa
El decano de la Facultad de Arquitectura de la UNPHU estima que en términos de planificación urge gestionar una ciudad más porosa, que permita la percolación de las aguas para evitar la acumulación de esta en los puntos más vulnerables.
En lugares como el Polígono Central del Distrito Nacional, lamenta, prácticamente no existen espacios verdes, por lo tanto cuando llueve las aguas no encuentran espacios por donde drenar.
Cree que esto se logra con la implementación de normas que contemplen el tema de la ocupación de terrenos, la vulnerabilidad de las construcciones, para lo que es necesario dar un paso al frente en el tema de la prevención.
Cuestión ambiental
Indica que el tema ambiental es fundamental y señala que hay que saber la carga ambiental de un sector para entonces determinar densidades.
“Entiendo que la ciudad tiene que transformarse, porque es viva, pero tiene que hacerse de la mejor manera posible, por lo que tomar en cuenta sólo un parámetro es una metodología incorrecta”, señala.
Viviendas económicas
Ante las miles de familias que habitan en las áreas de alta vulnerabilidad, el experto en urbanismo estima que debe abordarse desde el punto ambiental y de viviendas.
Resalta algunos proyectos pilotos como el de la Nueva Barquita, que aunque son muy costosos es por donde el Estado debe dirigir las acciones.
Reitera que la Ley de Ordenamiento Territorial y Uso de Suelo, en su artículo 24, establece evitar que se ocupen terrenos en zonas de riesgos, por lo que sugiere la realización de un mapeo de lugares vulnerables ocupados.
También dice que se debe establecer un sistema de educación ciudadana que alerte a los ciudadanos sobre la ilegalidad y el peligro para su vida que supone habitar zonas de riesgo.
Asimismo, relacionar esa fase con programas de viviendas dirigidos a los grupos más desposeídos, lo que considera necesario para preservar la vida de miles de dominicanos ante futuros eventos climáticos que seguirán golpeando el territorio nacional.