Una estrategia integral orientada a reparar daños medioambientales, a mitigar la amenaza climática y garantizar la seguridad hídrica y alimentaria, tiene que priorizar los suelos.
La larga espera de la ley de Ordenamiento Territorial, de gran trascendencia en la gestión sostenible de los suelos, pone al país contra el reloj en la urgente tarea de frenar la pérdida de tierra de vocación agrícola, de regular su uso y adecuarla a sus potencialidades para aumentar su capacidad productiva.
Vastas extensiones de suelos fértiles quedaron encementados durante decenios de desordenada expansión inmobiliaria, de asentamientos humanos improvisados a orillas de ríos y zonas agrícolas, sin que aún se logre frenar tal situación mediante esa legislación.
La pérdida de terrenos aptos para el agro ocurre en todas las zonas suburbanas de República Dominicana, en la fértil región cibaeña, Moca, San Francisco de Macorís, Cotuí, Bonao, Jarabacoa y Constanza, así como en el Sur y el Este.
Persiste en un país cuya economía agrícola y turística depende de una buena gestión de los suelos, aguas y mares. Un país que ronda su frontera agrícola, con limitadas posibilidades de incorporar nuevas tierras a la agropecuaria, en el que urgen regulaciones en la clasificación y el correcto uso de los suelos.
Paralelamente a la urbanización indiscriminada, toneladas de suelos escapan a ríos y embalses con la erosión hídrica, se degradan con la contaminación y uso distorsionado, el mal manejo que conduce a la pérdida de nutrientes y aparición de plagas.
Tierra de buen potencial agrícola sigue sometida a una irracionalidad constante, inclusive dentro de los linderos del 13% clasificada de alta fertilidad. Y ocurre pese a que un centímetro de suelo puede tomar mil años para formarse y perderse en una semana o un día con lluvias intensas, en zonas desprotegidas.
El problema lo agravan la contaminación con químicas y desechos, la minería, los suelos sobreutilizados por la agricultura intensiva, los cultivos de ladera; suelos fértiles subutilizados con pasto extensivo; un riego excesivo hasta anegar las siembras y causar salinización, deficiente drenaje sobre todo en partes bajas de las cuencas de los ríos Yaque del Sur y el Yuna.
Falta sensibilización, el compromiso público y privado con la conservación de la tierra agrícola, objetivo de las Naciones Unidas al declarar el 5 de diciembre Día Mundial del Suelo.
Biodiversidad.
El daño a los suelos prosigue pese a ser una fuente de biodiversidad esencial para garantizar el equilibrio del ecosistema, pues están habitados por una miríada de organismos vivos que al mantener la tierra sana y fértil determinan los principales procesos que posibilitan la vida.
La protección de la biodiversidad, del ciclo de nutrientes y otras funciones de la tierra aminora la contaminación, mejora la resistencia contra plagas y enfermedades, ayuda a restaurar los ecosistemas, a mitigar los efectos del calentamiento global. Esa protección es un imperativo. Urge detener la pérdida de nutrientes, de elementos de fertilidad, la destrucción impune de las cuencas hidrográficas, el avance no planificado del crecimiento urbano, lo que se alejaría si se posterga aún más el manejo responsable de los suelos, protegerlos con un marco legal.
Desde la promulgación de la Ley 64-00 de Medio Ambiente y Recursos Naturales han pasado más de 20 años esperando ese marco: la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, Uso de Suelo y Asentamiento Humano, proyecto del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo bajo estudio en el Congreso Nacional, donde en los últimos ocho años ha visto pasar varias legislaciones. Su aprobación permitirá establecer los límites territoriales y clasificar los suelos, impidiendo con su aplicación construir viviendas y otras infraestructuras en tierras agrícolas.
Estrategia integral.
Lograr la autosuficiencia alimentaria y el aumento de las exportaciones, abastecer la demanda interna de productos agropecuarios, suplir al turismo y el mercado binacional fronterizo exige garantizar la gestión sostenible de los suelos, asociados a los recursos hídricos, agrícolas, ganaderos, forestales y mineros.
Reclama una estrategia integral centrada en la tierra, con miras a la conservarvación de los demás recursos naturales, elevar la productividad y enfrentar las vulnerabilidades a que como isla nos expone el cambio climático.
Suelo: un bien primordial para el agro y la retención de las lluvias.
Vital para cubrir la demanda interna de alimentos y las exportaciones.
Indispensable para elevar la producti- vidad y la compe- tividad agrícola.
Recomiendan
Modelos agrícolas mas sostenibles
Carta Mundial de Suelos de la FAO.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura plantea que para proteger la biodidiversidad del suelo se debe actuar sobre marcos regulatorios, crear incentivos que eviten el uso de agro tóxicos y aplicar políticas públicas que promuevan modelos de agri cultura más sostenibles. Requiere de más sensibilización, invertir en investigación e innovación.
Sector privado.
Que este sector incorpore buenas prácticas agrícolas, respete la normativa, el cuidado ambiental y la salud humana. Y la pandemia de covid ofrezca la posibilidad de repensar y transformar los sistemas alimentarios en otros más resilientes, resisten- tes a cualquier evento.