Ureña califica de “ingenioso” fraude electoral del año 1994

Ureña califica de “ingenioso” fraude electoral del año 1994

El empresario José Ureña dijo que por su condición de presidente de un banco y de una empresa de cómputos tuvo acceso a informaciones de primera mano sobre el fraude electoral de 1994, al que definió como “ingenioso y sencillo”.

Ureña, en su libro Rompiendo el silencio, memorias de un banquero, afirma que en esas elecciones en que se declaró ganador al presidente Joaquín Balaguer se trastocaron las listas de votantes para que no pudieran votar.

Advierte, sin embargo, que “no se encontraron en el Centro de Cómputos de la Junta pruebas físicas de lo que ocurrió” porque cuando se pudo investigar había pasado tiempo suficiente para borrarlas.

En el capítulo que titula Crónica de un fraude electoral, Ureña dijo que “como presidente de un banco, era lógico que tuviera acceso a información económica y financiera privilegiada sobre la República Dominicana y sobre la comunidad dominicana de los negocios. No era tan razonable que supiera secretos políticos y mucho menos que conociera travesuras políticas.”

Ureña, quien fue presidente del desaparecido Banco del Comercio y del Consorcio Bancomercio, sostiene en su libro que tras la crisis que se generó luego de las elecciones de 1994, se le invitó a participar en una “reunión en la residencia del monseñor Agripino Núñez Collado”, en la que participaron los empresarios José Miguel Bonetti, José Vitienes y Maribel Gassó, para hablar de la crisis.

Dijo que se le pidió que los técnicos de su empresa Datocentro pudieran colaborar para manejar el Centro de Cómputos de la Junta Central Electoral (JCE).

Explica que también participó en otros encuentros en la embajada de Estados Unidos junto a empresarios para explorar soluciones a la crisis política de ese momento.

Narra que se le pidió Datocentro facilitara la colaboración de Miguel Gil Mejía, a quien define como “un técnico con gran crédito y reconocimiento en el mundo universitario y de los negocios” quien era el jefe de cómputos del Banco del Comercio.

Explica que Gil Mejía se negó a integrarse directamente a la JCE, pero aceptó participar en una comisión asesora.

Fue entonces cuando se recorrió a sugerir a Ramón Mueses (Monchi), gerente de servicios de Datocentro, quien fue designado en la posición el 26 de diciembre de 1994.

Ureña afirma que el presidente de la JCE, César Estrella Sadhalá, se interesó en conocer lo que ocurrió en las elecciones, sin considerarlo un chisme y sin interés de luego comunicarlo a la prensa.

SE ABLANDÓ

Ureña dice en su libro que en una de las reuniones se concluyó que en esas crisis se estudió la alternativa de anular las elecciones o que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que se consideraba la víctima del fraude, adoptara una actitud de no negociar.

“Mi impresión fue que ante la magnitud de la crisis, el doctor José Francisco Peña Gómez se ablandó, y negoció en contra suya. Él decía que no le importaban las condiciones que se pusieron, porque estaba seguro de que ganaba con el 60% de los votos cuando fuera que se celebraran nuevas elecciones. Para mí, Peña Gómez se pedió, y por eso Balaguer limpió el piso con él.”

EL FRAUDE

En el libro Ureña explica que tuvo información del fraude uniendo hilos de información que posteriormente fue encontrando.

“Lo que más se acerca a la verdad es que un grupo de personas cambió en el Centro de Cómputos de la JCE los listados de votantes antes de ser impresos”, dice Ureña.

Agrega que “el cabecilla del grupo (al que no identifica) consiguió que en el Centro de Cómputos se hicieran cambios de listados, Fue una operación sencilla la que hicieron. Resulta que en los campos, todo el mundo se conoce, y todos saben quién pertenece a un partido y quién pertenece a otro partido. Sabiendo eso, se hicieron listados en los que miles y miles de personas que se conocía pertenecientes o inclinadas a otros partidos no figuraban o aparecían en listas de votantes en mesas electorales que no eran las que les correspondían.”

Ocurrió, dice, que “gente que llegaba a la mesa en la que había votado siempre, y no se encontraba su nombre de la lista de votantes.”

Relata que posteriormente, en las elecciones de 1996, en el proceso de cómputos, se desaparecieron 500 actas correspondientes al Distrito Nacional. Estas actas fueron encontradas en una gaveta del escritorio de un funcionario que “tenía historial de perder documentos.”

“Para mí resulta evidente que por lo menos durante diversos períodos electorales ha habido en la JCE gente que quería hacer daño, gente que de una manera u otra jugaron su juego”, afirma Ureña en su libro.

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