Extraña que en medio de tanto hablar sobre la crisis energética y sus soluciones, en nuestro país no se mencione para nada la bicicleta. Y hay razón para ello. ¿A quién se le ocurriría aventurarse montado en una bicicleta en esa selva que es el tráfico dominicano? ¡Muerte segura y rápida! O víctima de atraco, robo, heridas.

Está claro que nuestras autoridades han descartado a la bicicleta como opción de transporte. El Presidente no la ha mencionado en ninguna de sus exposiciones y planes para el ahorro de energía y hacer más eficiente el transporte.

Deberíamos echar una mirada a aquellos países mejor organizados que el nuestro, donde la bicicleta ocupa un lugar hasta en la planificación de las estructuras viales.

Según un estudio suizo, un auto que viaja a 40 Kms. por hora requiere tres veces más espacio que uno que viaja a 10 Kms./hr.; mientras que en un carril reservado a autos privados utilizado al máximo (con 4 ocupantes por auto) no transporta más que 3 mil personas por hora; sin embargo en un espacio similar reservado para bicicletas pueden transitar más de 30 mil ciclistas.

Las bondades de la bicicleta para la salud personal y colectiva son innumerables e irrebatibles. El gobierno debe promulgar políticas nacionales que promuevan su uso masivo. Ahora bien, su regulación corresponde al ámbito municipal.

Hay dos grupos de problemas que resolver para abrirle paso al uso masivo de la bicicleta, no solo recreativo sino como un efectivo medio de transporte para trabajadores y estudiantes.

Uno es de espacio, o sea, la creación de ciclovías, los espacios reservados a  ciclistas; otro es el de la seguridad del ciclista.