Urge un sincronismo positivo

Urge un sincronismo positivo

Una de las lecturas más entretenedoras con que solemos deleitarnos es con las obras del médico hindú Deepak Chopra. Confieso andar cual sabueso amaestrado detrás de sus libros. El último salido al mercado se titula en inglés The spontaneous fulfillment of desire, el que traducido a la libre en castellanos sería algo así como: La realización espontánea del deseo. El galeno escritor elabora, a manera de plataforma científica, una tesis mediante la cual, todo cuanto existe en el universo es sencillamente una forma parcial y organizada de la energía cósmica. Reduce la composición de una silla de metal o madera, una planta o animal, y un ser humano a simples partículas subatómicas, o mejor todavía, a ondas o pulsaciones electromagnéticas enmarcadas dentro de la física cuántica.

De acuerdo con el citado autor, una característica particular de la estructura molecular de las células que componen a las personas es que vibran a una frecuencia única por lo que todas ellas están perfecta sintonía dentro de un mismo individuo. Poco importa la distancia que separe una neurona cerebral de un grupo de fibras musculares de un pie o de una mano, habrá una interrelación y entendimiento excelente entre ellas. Relata el experimento en su laboratorio en el que se le extraen leucocitos de la sangre a un voluntario, los cuales, a su vez, son depositados en un recipiente conectado a una fuente que detecta la reacción o actividad e dichos glóbulos blancos. El donante es mantenido en una habitación totalmente separada del cuarto de experimentación; allí se le somete a un agudo estrés. Simultáneamente se registra la señal leucocitaria, observándose una respuesta sincrónica con un efecto similar al que siente el dueño de las células.

Deepak interpreta estos resultados como una evidencia de que la materia como expresión organizada de la energía, cuando resuena a un mismo ritmo, tendrá un efecto igual en ese u otros organismos que estén sintonizados a una frecuencia idéntica. Hace una analogía con lo que sucede cuando diferentes aparatos de televisión son puestos en cadena con la señal de un mismo canal. Bella metáfora que nos induce a pensar en la influencia que ejerce sobre los demás el que tengamos una actitud positiva, afable, bienhechora, atrayente, cooperadora, amiga, contagiosa, cargada de bondad, honestidad y hermandad. Todo esto se engloba en el concepto del sincronismo de la naturaleza.

De igual manera, pero con resultados desastrosos, pudiéramos iniciar una ola de ruidos y señales negativas y discordantes, capaces de contaminar y afectar a todo el entorno, las cuales en lugar de amor, afecto, concordia, paz, armonía y obras de bien, irradiaran odio, resentimiento, venganza, amenazas, imposiciones, maltratos, egoísmo, codicia, actitud megalómana, y un sadismo encubierto que golpee constante e inmisericordemente a la población.

Mientras enriquecía el espíritu con tan apasionante ensayo del alma, cometí el error de hacer un paréntesis para ver y escuchar las palabras del jefe de Estado en su entrevista televisiva dominguera. Decía el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas que estaba cansado de dialogar con los actores que guardaban alguna relación íntima con una cada vez más difícilmente alcanzable prima. Fue categórico al expresar que de eso no hablaría más ya que, a su entender, ese expediente se había agotado. Amenazó con tomar medidas contundentes en contra de la testaruda familiar. Agregando a sus parcelarios políticos declaró que agarraría a la dama en cuestión por el pescuezo y que la obligaría a reducir su altura. Para dar más peso a su amenaza, le recordaba lo que había hecho con otro en el pasado no muy lejano cuando lo agarró por el pichirrí.

Luego nos enteramos de que había convocado al palacio de gobierno a banqueros, casa cambistas y demás parientes de la prima. Los recibió acompañado de generales que comandan el poder coercitivo del Estado dominicano. Los conminó a forzar la atemorizada damita a bajar de sus alturas de un modo gradual pero rápido. En diez días debía descender a niveles alcanzables para muchos que la apetecen.

Si siembra el terror, la amenaza y el miedo; si arremete contra algunos de sus compañeros coyunturalmente de la acera opuesta de su proyecto político; si golpea sin piedad al resto de la población; no puede esperar que las cosas cambien para bien en el entorno. Si plantas cizañas o siembras vientos no recogerás calabazas ni brisas agradables, sino que cosecharás espinas y ciclones. Así ha venido organizando nuestro presidente la energía cósmica de la nación. De esa manera ha puesto a vibrar la frecuencia de esa masa humana llamada República Dominicana, frecuencia que ayer fue de amor, esperanza y fe, y que hoy es de incertidumbre, desesperanza y miedo al futuro inmediato.

Otro viaje al país del pacifista de almas de la India, establecido en California, el doctor Deepak Chopra, con la encomienda especial de dictar varias charlas en el capitolio de Santo Domingo, pudiera contribuir a reducir la turbulencia negativa de las ondas cósmicas que ahora sacude al otrora optimista y alegre espíritu dominicano.

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