Uruguay, el paraíso perdido

Uruguay, el paraíso perdido

Escribí este artículo desde el décimo piso de un apartamento ubicado en la Rambla de Montevideo. La Rambla es como decir nuestro malecón y se extiende por más de  12 kilómetros bordeando la desembocadura del Río La Plata. La diferencia está en que nosotros vivimos de espalda al mar pero Montevideo vive frente a él.

La explicación, si queremos encontrar alguna, puede estar en la feroz naturaleza de nuestro mar caribe versus la tranquilidad que reina en la desembocadura del inmenso río. Aquí no hay tantos problemas con el salitre y los huracanes son fenómenos extraños para los uruguayos. 

Cuando salgo al balcón, para disfrutar una temperatura de 4 grados, puedo ver la hilera interminable de edificios que bordean la Rambla, casi todos de la misma altura, donde prevalece la arquitectura clásica aunque desplazada gradualmente por las nuevas construcciones de  estilo modernista.

Ramírez, Parque Rodó, Punta Carretas, Villa Biarritz, Pocitos, Buceo, Malvín, Punta Gorda y Carrasco  son los barrios más cercanos a la Rambla. Cuando Montevideo se ve desde el mar, ofrece un paisaje típico de muchas ciudades europeas del Mediterráneo.

El apartamento en cuestión es la morada de un amigo muy especial, un hermano, al que conocimos en Nicaragua en el 1994 cuando trabajábamos para el BID. No hablo de la pareja ya que Perlita, su inmaculada esposa, que dejó una profunda huella en nuestros corazones, falleció hace 3 años y no fue hasta ahora que Dulce y yo pudimos visitar su tumba. Por eso hicimos el viaje, aprovechando el invierno del cono sur para huir del calor agobiante que nos azota.

José Luis Suárez Losada trabajó por 30 años en el Banco Central de Uruguay para después de viejo, como hice yo, buscar aventuras en otros países. De Nicaragua mi amigo se fue a África con el FMI y yo a Costa Rica con el mismo BID. Nos encontramos nuevamente en Santo Domingo al principio del 2000, donde trabajó como asesor del BID y realizó inversiones en una empresa como si quisiera quedarse en la isla.  De hecho, vivió casi 3 años en República Dominicana con su amada Perlita y nos sigue visitando con frecuencia por razones empresariales.

Uruguay tiene 187,000 kilómetros cuadrados y aunque ahogada por dos colosos, como Brasil y Argentina, lucha por sobrevivir y no le faltan agallas para lograrlo. Si bien no tiene la fama de la hermosa y vibrante Buenos Aires o el encanto inigualable de Río de Janeiro, Uruguay posee atractivos que sus vecinos envidian.

No hablo solo de Punta del Este, un enclave turístico famoso mundialmente, me refiero a otras cualidades que hacen de un país un lugar paradisiaco para vivir que pocos otros lugares poseen en el mundo.

Uruguay con sus 3.3 millones de habitantes, posee junto a Cuba, el mejor índice de educación en Latinoamérica y es el tercero con mejor índice de desarrollo humano.

Después de Chile, es el segundo país con mejor índice de libertad económica y registra el mas bajo índice de pobreza de la región. Ocupa el lugar 29 a nivel mundial en el índice de prosperidad, es primero en el índice de libertad de prensa en el continente y  registra el menor índice de percepción de la corrupción. Y si quieren mas, Montevideo, su ciudad capital, está entre las 20 ciudades alrededor del mundo más pacíficas, menos contaminantes y más atractivas para vivir.

Julissa Reynoso, una notable y brillante mujer nacida en República Dominicana, está embrujada con el ambiente y la vida cultural de Montevideo. Ella es la Embajadora de Estados Unidos en Uruguay.

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