Uruguay se vuelca en su selección con el sueño de vivir un momento histórico

Uruguay se vuelca en su selección con el sueño de vivir un momento histórico

Raúl Cortés Montevideo, (EFE).- Horarios especiales en las oficinas, pantallas gigantes en las calles, televisores en los comercios y las siempre socorridas radios. Todo vale hoy en Uruguay para seguir el partido de la selección contra Ghana, considerado una oportunidad única de vivir un momento histórico para miles de ciudadanos.

En un país donde el fútbol es sagrado y la nostalgia de viejas glorias deportivas acapara el imaginario colectivo, la posibilidad de que Uruguay acceda por primera vez en 40 años a las semifinales de un Mundial, algo que no sucede desde México 70, se vive con tanta o incluso mayor intensidad que una jornada electoral.

«No hay una ventana que no tenga una bandera, no hay un negocio que no venda algo relacionado con la selección uruguaya», afirma un locutor de radio sobre el monotema del día, que copa también las portadas de las principales cabeceras de prensa. «El Partido de las cuatro décadas», «No están solos» o «Relojes uruguayos se paran a las 15.00 horas» son sus titulares.

La Plaza Independencia, donde hace apenas cuatro meses se celebraba el acto de transmisión de mando presidencial, contará hoy con una pantalla gigante. Ese punto, junto con la Avenida 18 de julio y la Rambla sobre el Río de la Plata, serán los focos de celebración si el equipo gana.

Los bares y restaurantes tienen sus mesas reservadas desde hace días y no han dudado en apelar a las clásicas promociones de 2 por 1 para atraer a más clientes en lo que será, sin ninguna duda, uno de los días más productivos del año para ellos.

El ámbito político tampoco ha quedado exento de la fiebre mundialista. La semana se vio empañada por una polémica entre el oficialismo y la oposición a raíz de la propuesta de un ministerio de que se desplacen un grupo de parlamentarios a Sudáfrica para apoyar al equipo.

Todo surgió a raíz de la noticia de que Uruguay no podrá estar representada en el Mundial por su presidente, José Mujica, de 75 años, por la recomendación médica no suministrarle las vacunas indispensables para el viaje, reveló su mujer, la senadora Lucía Topolansky, que se niega además a darle su permiso para partir.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, prometió el jueves que si Uruguay accede a las semifinales, los alumnos de secundaria podrán ver el encuentro en el Auditorio del Sodre, uno de los principales escenarios culturales del país.

El Gobierno uruguayo, a través de Bonomi, ha usado los partidos mundialistas para enviar un mensaje de la importancia de la convivencia a través del deporte.

Por ejemplo, el ministro estuvo en el Liceo Francés con el embajador galo cuando ambos países se enfrentaron en la primera fase y hoy presenciará el encuentro en el Polo Tecnológico e Industrial (PTI) del Cerro, con los obreros de esa complejo fabril de la ciudad.

Algunas versiones apuntan incluso a que el avión que traerá de vuelta a los jugadores y al cuerpo técnico aterrizará en el aeropuerto internacional alternativo de la ciudad de Durazno, a 180 kilómetros al norte de Montevideo, en el corazón del país.

El objetivo es permitir que desde todos los rincones de Uruguay, los 3,3 millones de habitantes de esta pequeña nación sudamericana, puedan acompañar a su selección en una caravana hasta la capital. Unos fastos que, sin duda, igualarán o superarán a los organizados en 1930 y 1950, cuando Uruguay ganó sus dos únicos mundiales, el primero como anfitrión y el segundo en Brasil con el famoso «Maracanazo».

Para que eso se produzca algunos han recurrido incluso hasta las más altas esferas: una exitosa cadena de mensajes vía celular adapta el Padre Nuestro a los ruegos uruguayos para ver a su selección campeona del mundo. Todo vale para volver a hacer historia. EFE

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