US$medio millón tirado por ahí

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POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO 
Medio millón de dólares en un sólo paquete está tirado por algún lugar de la Autovía del Este. Al parecer nadie se lo ha encontrado todavía, o por lo menos si se lo encontraron lo tienen muy en secreto.

Ustedes de seguro recuerdan aquellos aterrizajes de avionetas en la Autovía del Este, aterrizajes que se supone estarían conectados con el tráfico de drogas y, naturalmente, de dólares, y que eran esperados por grupos armados y en yipetas.

Recordarán también que luego estuvo la modalidad de lanzar los paquetes desde las avionetas para que los recogieran los mismos grupos, parece que tratando de evitar algún accidente o la detención del avionetista.

Pues, al parecer, ocurrió que uno de los paquetes lanzados contiene medio millón de dólares, y fue lanzado con mala puntería o en el sitio equivocado, por lo que el paquete no pudo ser localizado, como tampoco –lógicamente- retirado del lugar. Lo que significa que el paquete está tirado por algún sitio, entre matorrales o en alguna depresión, y probablemente todavía bien empaquetado y cerrado, ya que para semejantes operaciones deben utilizarse materiales a prueba de golpes, porrazos y guacatazos.

No es extraño esto del medio millón de dólares, puesto que tanto la entrega de este tipo de mercancía como la entrega de pagos deben realizarse de manera similar: unas veces se entrega y otras veces se paga, todo por la misma vía.

Ha ocurrido también que las entregas suelen ser lanzadas erradamente, por lo que no es extraño encontrar flotando en el mar, principalmente por Pedernales, pacas de drogas que en ocasiones son recuperadas por guardacostas, pero que en muchas ocasiones son retiradas del mar por pescadores en su último día de tan agotadora faena. En lo adelante se dedican a ser millonarios.

Aunque podría estar la posibilidad de que el medio millón de dólares haya sito tirado en el mar, la idea más socorrida es que no, que debe estar en tierra, pues la avioneta venía siguiendo la línea de la Autovía del Este.

Aparentemente, lo largo de la autovía y lo espeso del monte que está a ambos lados hace difícil la localización del paquete con el medio millón de dólares. Esto así, porque mucha de la vegetación se trata de plantas trepadoras que cubren grandes áreas, y aunque caigan paquetes grandes estas plantas no resultan aplastadas, sino que abren huecos que son rápidamente cerrados por el crecimiento de la planta.

Lo más interesante del caso es que no se conoce que –en caso de ser encontrado- alguien fuera a solicitar su devolución. Tampoco, lógicamente, quien lo encuentre está en obligación alguna de devolverlo, pues se trata de dólares no registrados en el país, definitivamente “caídos del cielo”.

No quiero terminar sin antes avisar que este artículo fue escrito para que saliera el Día de los Santos Inocentes, pero como no cayó sábado no pudo salir… y lo saco hoy.

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¡Oh! Una “casa”
Una calle nueva, un cruce nuevo, un tanque de acueducto nuevo… nada, mejor que mejor. Se hace una “casa” aquí y a buscar comprador pa’seguida.

Y así vamos, el asunto de la gente que ocupa cualquier sitio donde se abran calles o donde se construyen obras alejadas de la ciudad siempre será de un atractivo irresistible para la gente que construye una “casa” de cualquier cosa y se autocalifica de padre de familia.

En días pasados, haciendo un levantamiento de cuevas por una zona de esas, nos encontramos con esa casa, recién “construida” y con nadie en su interior, salvo un señor que estaba armando la casa con latas, como buen ocupante. Pues hice un par de fotos y continuamos buscando.

En una, al salir por una “esquina”, se nos atravesó un carro con todo el ímpetu de las películas de policías y persecuciones. Se colocó violentamente delante de mí, cosa que me obligó a frenar violentamente.

El conductor del auto se tiró como Steve Macqueen, dejando la puerta abierta, y a paso rápido se acercó a mi ventana diciéndome: “¡Yo soy oficial… de los bomberos!” – añadiendo de inmediato – “¡Yo quiero saber porqué usted está tirando fotos!”

Tranquilamente le pregunté: “¿Usted es “oficial” de los bomberos?” –Sí- me dijo. Pues yo le respondí que era “funcionario” de la Secretaría de Medio Ambiente y “presidente” del Espeleogrupo, a lo que el tipo obtemperó por bajarse del pedestal de su oficialato, pedir excusas y explicar casi con un lamento que ellos se mantienen “chivos”, quién sabe por qué diablos.

Ahí lo dejé, en medio de su oficialato y sus miedos, para seguir yo con mi búsqueda de cuevas.

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Aquí es peligroso medir
En la misma búsqueda de cuevas caí poco más acá del peaje de Las Américas, en un cruce de la carretera paralela a ésta.

Estábamos tomando rumbo cuando se me acercó uno que se identificó como abogado y me preguntó que qué hacía. –”Pues tomando rumbos”- le dije –”… y fotos…”.

-”No es por nada”- me dijo – “Pero por aquí es peligroso eso de andar midiendo y tomando fotos”- “Explíqueme”- le pedí- “Lo que pasa es que estos terrenos están en litis, y aquí la gente vive muy belicosa, cualquiera que viene midiendo ya creen que son de la otra familia o de alguien que le quiere quitar los solares. Yo me andaría con mucho cuidado, pues en cualquier momento le pueden caer a pedradas…”

Tomé en cuenta la advertencia, aunque seguimos con nuestra búsqueda, preguntando más adentro y viendo que en realidad la gente por ahí se siente en guerra contra alguien, contra el gobierno, contra alguna compañía… hasta contra los perros realengos.

Pero cabe preguntarse. ¿Es posible que uno no pueda realizar un trabajo en algunos sitios sin correr el riesgo de que lo apedreen a uno?

Definitivamente la gente está como por su cuenta. Ya lo dije yo hace mucho, esto de democracia como que ha indigestado a los dominicanos. Ahora están con esa indigestión que creen que pueden vomitar por donde le parezcan y cagarse sobre cualquiera.

Tendrá uno que armarse para poder trabajar con seguridad por esas carreteras y caminos donde la gente se ha apropiado hasta de las cuevas.

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Detalles de la ciudad Villa Valla
Ya pronto el centro del famoso “polígono central” de Santo Domingo tendrá un nombre apropiado: Villa Valla.

Como va la cosa ahí en la esquina Abraham Lincoln con avenida 27 de febrero, el número de vallas anunciantes superará el número de vehículos. Lo sabroso es que las vallas se van superando en calidad de una manera asombrosa, tal parece que son la mejor muestra del desarrollo tecnológico que exhibe Santo Domingo.

Hay quienes apuestan que “Times Square” se quedará muy corta en relación con nuestra “Villa Valla”. Porque en cuanto a luces y colores las tenemos todas ahí. Y lo mejor es la potencia. Usted viene subiendo por la Abraham Lincoln o de oeste a este por la 27 de febrero y tiene que ponerse gafas de sol, aunque sea medianoche, pues hay un letrero luminiscente que fácilmente le quema a uno las retinas.

Y eso, que se está construyendo uno mayor. Ahí se van a echar tremendos pleitos tecnológicos y publicitarios con el asunto de las vallas.

Y como no hay espacio al que los políticos no puedan llegar, ya están colocándose las promesas en dichas vallas. Porque si era por luminosidad, pues ahora las promesas van a ser más luminosas, de forma que la gente crea más.

Y entonces, lo lindo es que las vallas se concentrarán donde más vallas haya, porque son igualitas que el dinero: el dinero va donde hay dinero. Así que al malecón que espere quien sabe por cuanto. Mientras tanto no solamente estará como boca de lobo, sino que por la presencia del mar también tiene sonido rugiente de lobo.

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