Uso de toxina botulínica

Uso de toxina botulínica

Habiendo separado aquellos pacientes con espasticidad global o generalizada que se beneficiarían de medicamentos orales, terapia física y ocupacional -y en la mayoría de los casos de ortesis especializadas- de aquellos con espasticidad focal luego de la primera evaluación, o de consultas de seguimiento, nos debemos realizar las siguientes preguntas: ¿Estamos cumpliendo con las metas propuestas para el tratamiento?, ¿solo estamos reponiendo el uso de medicación oral y nos encontramos estáticos en la progresión?
Luego de completar el programa de rehabilitación (TF/TO) ¿se han cumplido los objetivos o el médico y/o paciente quieren seguir trabajando los síntomas? ¿Existe contraindicación para los demás tratamientos?
Estas preguntas nos darán una idea de que está pasando con nuestro paciente, y sabremos si es necesario subir un escalón en la complejidad del manejo.
La toxina botulínica es derivada de la bacteria que produce el botulismo (Clostridium botulinum), que es una enfermedad que produce parálisis muscular flácida (lo contrario a la espasticidad), por lo que fue identificada hace más de 30 años para el tratamiento de la misma, convirtiéndose en la medicina actual en la primera línea de tratamiento para la espasticidad focal.
Siendo esta una toxina extremadamente potente, tiene riesgos que se manejan con el entrenamiento debido y respetando los márgenes terapéuticos de aplicación para cada edad y peso. Además de planificar metas claras, con entendimiento por parte del paciente de lo que se persigue, y por supuesto, acompañarlo de los tratamientos coadyuvantes como terapia física y ocupacional, y ferulización seriada en los casos que sea necesario.

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