Uso desmedido de armas letales

Uso desmedido de armas letales

Los patólogos encontraron dos perforaciones de bala en el cuerpo del meritorio estudiante  Willy Florián Ramírez, que a los 21 años ya había alcanzado el quinto semestre de medicina en la UASD. El hallazgo y lugar de los impactos deja claro que le dispararon a matar. Hay testimonios de que el joven trataba de alejarse del tumulto cuando fue atacado. No tenía armas ni había disparado contra nadie.

Le mataron como parte de una cultura de uso desmedido de armas letales para reprimir manifestaciones callejeras. La Policía tiene entrenamiento y recursos suficientes como para enfrentar estas situaciones con más profesionalidad, sin tener que tirar a matar. Un camión que lanzaba potentes chorros de agua debe estar convertido en chatarra en algún lugar y los balines de goma parece que ya son obsoletos.

El Presidente Danilo Medina ha prometido que esta muerte no quedará impune y ha ordenado al jefe de la Policía descubrir al o los autores. Quizás este hecho horrendo y bochornoso le anime a disponer cambios en los métodos que utiliza la Policía para controlar tumultos. No pedimos tanto como que los policías se dejen matar por encapuchados armados o delincuentes que se cuelan en cualquier protesta. Lo que aspiramos es que las armas letales no sean empleadas de manera tan ligera, que se tenga respeto por la vida humana. No es la primera vez que lo pedimos. No será la última.

Pasos hacia la agenda común

Si hay dos estados que necesitan sobremanera concertar acuerdos de mutuo beneficio, esos son República Dominicana y Haití. La diferencia de niveles socio económicos, costumbres y rasgos culturales imponen la necesidad de concebir  términos comunes para regular asuntos medulares como intercambio comercial, migración, protección ambiental, lucha contra el crimen organizado  y ejecución de proyectos de interés común.

Haití es el segundo socio comercial más importante que tiene la República Dominicana, después de Estados Unidos. En nuestro mercado los haitianos satisfacen una buena parte de sus necesidades de bienes y servicios, y la mano de obra haitiana es vital para la agricultura y la construcción en nuestro país. El encuentro reciente entre autoridades dominicanas y haitianas es un paso positivo hacia el logro de la agenda común que tanta falta nos hace.

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