¡Usted está preso!

¡Usted está preso!

Juan Carlos Mejía.

La idea de escribir este artículo nació de una conversación informal sostenida entre amigos. Se trata de un grupo de tres “cuarentones”, con experiencias vividas en diferentes áreas. Sin proponérnoslo, caímos en el tema de la importancia del respeto, como valor fundamental del ser humano.

La motivación principal de llegar a esta conversación derivó de una acción policial en contra de un ciudadano que, que se hizo viral en las redes sociales, y que no especificaré aquí por entender que la idea principal sobre la cual giró nuestra tertulia, no buscaba un culpable o inocente, sino a una posible solución definitiva a casos similares.

El ejercicio que hicimos, a solicitud de uno de los presentes, fue plantearnos el escenario de que el más “grande” o de mayor autoridad, sea capaz de exhibir en todo momento una aparente “sumisión” ante cualquier ciudadano exaltado, sin que esto implique poner su vida en peligro, o dejar de aplicar la ley en proporción al delito cometido.

¿Significa esto una pérdida de autoridad? ¿Puede provocar una falta de respeto del ciudadano? ¿Se violaría la ley con esa conducta? ¿Motivaría a que un agente se desmoralice? ¿Viviríamos manga por hombro? ¿Aumentaría el riesgo para ambos involucrados?

Salvo situaciones excepcionales, todos coincidimos en que cualquier eventualidad que se pueda presentar con agentes del orden, se llegaría con más facilidad a felices términos cuando está de por medio el respeto desde arriba hacia abajo, sin importar el rango.

Además, citamos hechos de confrontación ciudadana con policías que han dado un giro positivo extraordinario, cuando estos llevan consigo el claro deber de aplicar de manera estricta la ley, sin que esto envuelva la clásica expresión: usted está preso, generadora de resistencia y arbitrariedad. Sencillamente, usted está detenido.

Entendemos que esta práctica no es la solución definitiva a todos los males. Que es necesario usar la fuerza y el protocolo en los casos cuya naturaleza lo amerite. Hasta ahí quedamos claro. Pero también, acordamos en que el manejo respetuoso desde arriba sería la solución para una cantidad importante de casos con civiles.

Países que han logrado subir una escala superior de civismo y organización en relación con el nuestro, son muestra de que esa práctica puede funcionar. En mi opinión particular, considero que sería el inicio de un gran cambio positivo y el único estímulo para que el ciudadano responda en forma proporcional.

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