Recordar el contenido de la clásica obra “Utopía” de Tomás Moro, motiva profundamente a reflexionar sobre la sociedad ideal y las distintas formas de abordar los retos que cada sector local o nacional presenta.
La referida joya literaria puede ser interpretada, hasta con justa razón, como un compendio de iniciativas inaplicables a los Estados modernos, sin embargo sólo pretendo hacer una referencia analógica con algunos problemas nacionales cuyas soluciones se han convertido en verdaderas “utopías” para los dominicanos, a tal grado que el escepticismo ha llegado a arropar a gran parte de nuestra población.
Parecería una “utopía” para nuestro pueblo ver el fin de los males en el sector eléctrico, iniciando con el establecimiento de contratos justos y que tiendan a favorecer al pueblo.
Utópico parece ser el reordenamiento definitivo del transporte público en República Dominicana, así como el tan esperado acceso al agua potable, a libros de textos económicos, a alimentos, a energía eléctrica barata, entre otros bienes y servicios.
Ha sido imposible hasta el momento establecer un régimen de seguridad social que garantice, como lo hacían en la “Utopía” de Moro, salud, pensión cuidado infantil y geriátrico.
La historia reciente nos dice que realmente es una “utopía” para los dominicanos disfrutar de la seguridad ciudadana que otras naciones ya han alcanzado desde décadas atrás.
¿Es acaso imposible contar con un sistema de justicia que no funcione como las telas de arañas, a decir, que retienen a los débiles y son traspasadas por los grandes y fuertes?
Me resisto a creer que es una “utopía” reducir la tasa de desempleo y que se integren a la vida productiva el 34 por ciento de nuestros jóvenes que ni trabajan, ni estudian.
Aunque parezca utópico y citando al Che: seamos realistas, soñemos lo imposible, porque de lo posible ya se ha hablado demasiado.