Vacío existencial y realidad

Vacío existencial y realidad

Acabar con todo», Octavio Paz
Dame, llama invisible, espada fría,
tu persistente cólera,
para acabar con todo,
oh mundo seco,
oh mundo desangrado,
para acabar con todo.
Arde, sombrío, arde sin llamas,
apagado y ardiente,
ceniza y piedra viva,
desierto sin orillas.
Arde en el vasto cielo, laja y nube,
bajo la ciega luz que se desploma
entre estériles peñas.
Arde en la soledad que nos deshace,
tierra de piedra ardiente,
de raíces heladas y sedientas.
Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invisible, arde
como el mar impotente engendra nubes,
olas como el rencor y espumas pétreas.
Entre mis huesos delirantes, arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invisible y puro;
arde como arde el tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con sus mismas pisadas y su aliento;
arde como la soledad que te devora,
arde en ti mismo, ardor sin llama,
soledad sin imagen, sed sin labios.
Para acabar con todo,
oh mundo seco,
para acabar con todo.

Escribo los Encuentros en la tranquilidad de un sábado o de un domingo. Me gusta darme tiempo para reorganizar mis ideas. Hace más de un mes, desde que mi hermano cayó gravemente enfermo que no puedo, que no tengo fuerzas para escribir artículos con la escritura de la razón; mi alma me demanda, me exige más bien, seguir escribiendo con el alma, con los dictados del corazón. Lo siento por aquellos que prefieren a la otra Mukien, la intelectual, la que analiza, la que expone ideas y propone debates. Hoy la Mukien que prevalece es la mujer entrañablemente triste. ¿Por qué negar los sentimientos?

Es domingo en la tarde, y cae un torrencial aguacero en la ciudad capital. Me pregunté que quizás el cielo llora por mí, consciente de que mis lágrimas se han secado. Hoy escribo a los 8 días exacto de la despedida final al hermano amado, aunque triste, con un poco más de sosiego. Entonces me di cuenta que durante esta semana de NO-VIVIR, solo recordar, solo sufrir, solo llorar, solo sentirme impotente, el mundo convulsionaba.

Nunca pensé que podría abstraerme del mundo de esta manera, pero lo hice, y al despertar Haití ardía en llamas: tortura y asesinato del presidente haitiano; colombianos apresados en situaciones no muy claras; la primera dama se salva de milagro con sus hijos y regresa a Haití; varios se pelean por el puesto; ninguno de las escoltas del presidente fue herido ni muerto en el cumplimiento del deber, sospechoso, ¿no?; la OEA observando desde lejos; los Estados Unidos con declaraciones tímidas. Cuando hice conciencia del drama del pueblo haitiano solo exclamé ¡Dios mío! Y me pregunté: ¿Cómo un pueblo puede sufrir tanto? ¿Cómo un pueblo puede vivir tantos dramas juntos: económico, político, social e institucional?

Y mientras en Haití hay una crisis política sin precedentes, en Cuba la situación no está menos dramática. El drama del suministro al pueblo cubano empeora; el COVID está atacando a una sociedad sin protección, ya que su vacuna, la tan aclamada vacuna no está siendo todavía producida. El pueblo, harto de tantos problemas y necesidades, se lanzó a las calles a protestar. El gobierno cubano comenzó a tomar represalias, y una de ellas fue sin dudas cortar la internet, la mejor y más democrática forma de denunciar una realidad.

Por las redes he visto cómo algunos osados de la izquierda remanente levantan la voz para “defender la revolución cubana”. ¿Cuál revolución? ¿La igualdad del hambre? ¿La corrupción de la casta gubernamental, que no se apiada del pueblo carente de las más mínimas cosas para su vida cotidiana? Es cierto que, con la posición de Trump, Cuba ha visto agravar su crisis de suministros.

Pero ¿qué está haciendo el gobierno? ¿Acaso la falta de producción interna es culpa de los norteamericanos? La realidad nos ha demostrado que el socialismo fracasó, me duele admitirlo. China salió de su miseria y volvió a convertirse en un imperio cuando entendió la ley del mercado y aplicó un “especial comunismo” de Estado basado en la lógica empresarial.

América Latina está viviendo momentos dolorosos. El drama de Venezuela no termina. Las elecciones de Perú evidenciaron que los partidos tradicionales ya no calan en la población; y los candidatos por los que el pueblo peruano votó no representaban una verdadera mayoría. Este pueblo está dividido. El inicio del nuevo gobierno será muy pedregoso y difícil.

Pero el drama del COVID nos sigue azotando. Los gobiernos de todas partes han tenido que aflojar las medidas sanitarias porque lo demanda la economía; sin embargo, estamos ante una cuarta ola con variantes más agresivas del virus. En Europa han tenido que tomar nuevas medidas restrictivas. El verano se presenta como un desafío para el control del virus.

Y mientras, la OMS dice que es prematuro una tercera vacuna; y nuestro gobierno está diciendo que todos aquellos con más de un mes de vacunado con la segunda dosis, debe acudir a ponérsela. ¿Y entonces? Otros, los menos por suerte, abogan por la no vacunación, aludiendo que las vacunas no hacen nada con respecto al virus. Un grupo no lo hace sencillamente porque su religión no se lo permite. Olvidan el dolor de los que hemos sido víctimas de este horrible bicho que ha puesto al mundo en vilo.

Y así, hoy domingo, bajo el estruendoso sonido de los truenos y de la lluvia copiosa que cae sobre la ciudad, he despertado y vuelto a la vida. Y en mi despertar he reencontrado el mundo convulso y dramático que abandoné en el momento que nos llamaron para informarnos que mi hermano Ping Jan estaba grave. Ante la noticia, olvidé todo y me volqué hacia mi familia.

La lluvia cae incesantemente en las calles, mis plantas agradecen esa bendición del cielo y yo también. Siento como si el ruido de los truenos fuera mi corazón rugiendo de dolor, y que el agua que cae sin cesar es mi llanto incontrolable por esa nueva pérdida tan dolorosa en mi familia.

Éramos nueve hermanos, se fueron dos, pero siempre la sumatoria será nueve, porque en esta vida y en la otra, seguiremos juntos. Aquí en la tierra, los que falten seguirán vivos; y cuando ya todos hayamos partido, entonces celebraremos juntos la fiesta de la eternidad.

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