Hoy presenciamos el más brutal desprecio por la vida humana
Nada sorprende ya en el mundo en que vivimos. Muchos tenían la esperanza que una pandemia de alcance verdaderamente global iba a contribuir, en la post pandemia, al desarrollo de una sociedad más justa, solidaria y humana.
Siento decir que es una aspiración frustrada, aún queda mucho por avanzar para que realmente entremos en un orden social verdaderamente humanitario y basado en el bien común, donde en verdad se exalten los valores humanos de manera integral resaltando aquellos civiles, sociales y morales que hoy se marginan en aras de aquellos de conveniencia geopolítica y avaricia individual.
Hoy, amargamente, presenciamos la más brutal manifestación de desprecio por la vida humana asumiendo, quienes se ufanan de ser líderes mundiales, actitudes de desprecio al ser humano buscando, mezquinamente, tanto prerrogativas geopolíticas que les garanticen privilegios de dominación y hegemonismo como ventajas, aún más repugnante, de beneficios electorales que apuntan a ambiciones políticas desmedidas.
La gran carrera es por la primacía en la obtención de una vacuna que contribuya a detener una epidemia que ha estremecido al mundo con más alcance y letalidad que un movimiento telúrico extensivo. Es comprensible que todolaboratorio busque el orgullo de aportar su vacuna pero el afán de presionarlos para que puedan autorizarla sin acabar el proceso protocolar de pruebas para presentarlo como estandarte electoral a cualquier precio y riesgo es otra cosa. No hay ni intención de disimular: la Casa Blanca ha avisado a los Estados que estén listos el 1 de noviembre para empezar a vacunar;dos días antes de las elecciones.
El jefe de la Administración de Alimentación y Medicamentos –FDA- avisó que podría autorizar el “uso de emergencia” de una vacuna sin que terminasen los ensayos clínicos considerado un “grave error”.
Eric Topol, prestigioso médico estadounidense, le dirigió una carta convocándolo a que diga si “es capaz y digno de esa posición de liderazgo fundamental y que, bajo ninguna condición, autorizará la aprobación de una vacuna contra el SARS-CoV-2 antes de la finalización y lectura de la Fase 3 completa… De lo contrario, debe renunciar.
No podemos confiar la salud de 330 millones de estadounidenses a una persona que está subordinada a los caprichos del presidente Trump, la promoción sin precedentes de terapias no probadas, mentiras escandalosas y motivaciones políticas. Tiene dos opciones para hacer lo correcto”. Tal irresponsabilidad estimula la campaña contra el uso de vacunas exponiendo a la ciudadanía.
Descalifican la vacuna rusa, “a priori”, solo porque se adelantó pretendiendo ignorar que lo lograron porque siguieron investigando el coronavirus del 2012 cuando otros se detuvieron. De China, dentro del amplio menú de acusaciones, han dicho que está “espiando”, pretexto avanzado por si se adelanta denunciar que se la robaron.
Unas 172 naciones se han integrado a un proyecto global –conocido como COVAX- para compartir el éxito y financiar de conjunto una “cartera” de vacunas que viabilice el acceso global a las mismas. EEUU se autoexcluyó con el pretexto de su aversión a una OMS “centrada en China” decidiendo quedarse aparte para poder exponer a su población a una“vacuna electoral” inconclusa.