Vacuna contra la
auto-destrucción humana (suicidio)

Vacuna contra la<BR>auto-destrucción humana (suicidio)

MAURO CASTILLO
Hace algunos años asistimos al Congreso Mundial de Psiquiatría, celebrado en París, y en la ponencia presentada por un representante de la Organización  Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer un dato epidemiológico alarmante que señalaba que para ese año 2000 se esperaba que un millón de seres humanos se iban a suicidar,  estadística que se incrementaría cada año a nivel mundial (ver nuestro artículo “Un millón de suicidios”, de fecha 27 de julio del mismo año, aparecido en este mismo periódico).

Estamos convencidos de que esa tragedia humana de tendencia hacia la auto-destrucción podría evitarse en las nuevas generaciones si en el desarrollo de la personalidad de cada ser humano se aplicaran unas series de medidas durante todo el proceso de evolución de su vida emocional, a cargo de los padres y los educadores, sobre quienes siempre va a recaer la responsabilidad de que cada hijo sea un ente psicológicamente equilibrado y revestido de una correcta madurez de sus emociones.

Para que en cada ser se organicen todas las condiciones básicas que le puedan garantizar esas dos variables; equilibrio y madurez psíquica, deben cumplirse como vacuna preventiva los siguientes pasos:

Primero: La criatura debe haber sido un hijo (a) bien deseado por los progenitores.

Segundo: El bebé  debe haber sido nutrido en su primer año de vida por el néctar de los dioses, la leche materna, que tiene además el poder divino de inmunizar a todos los niños contra los virus más letales para la infancia.

Tercero: La armonía de los padres como pareja debe mantenerse por siempre y proporcionar a cada hijo procreado un ambiente familiar donde prevalezca el calor afectivo entre los padres, que servirá de modelo a los hijos, y así todos desarrollarán una vida feliz estimulados por el bálsamo del amor que constituirá en cada miembro de la familia una elevada auto-estima, considerada como el verdadero antídoto de los estados depresivos en los seres humanos, que según las estadísticas son los detonadores que con mayor frecuencia generan en los hombres y las mujeres las ideas obsesivas de la muertes que les pueden llevar de manera irreversible a tomar la decisión de suicidarse.

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