¿Vale la pena opinar?

¿Vale la pena opinar?

En las últimas décadas, después del fin de la tiranía, observamos junto con muchos ciudadanos,  cómo las diversas necesidades que urgen resolver a la nación dominicana, con sus excepciones, sus soluciones son retrasadas por la clase política al aliarse a los intereses particulares de sindicalistas y empresarios, en una conspiración en desmedro del Estado. Circunstancias que se aceptan irresponsablemente al dejar de lado las muchas opiniones correctas a las cuales no se les hace caso, cuando tenemos varios problemas graves de urgente solución, que son desestimadas políticamente por las autoridades incumpliendo sus deberes institucionales, donde dejan ver sus conductas reprochables.

El primero y más grave es el migratorio, la invasión pacífica, contra la soberanía  y en perjuicio de los ciudadanos pobres, donde nos tratan de obligar a aceptar que debemos conducirnos dentro de la ilegalidad, el incumplimiento de la Constitución y las leyes. Vergonzosa desinstitucionalización de un Estado independiente vilmente calumniado. Incluyendo obviar que la causa del desempleo sea el principal germen de la delincuencia.

 Sobre el tránsito, el caos reinante, por  la falta de educación, también es debido a  los ejemplos de nuestras autoridades de violar las leyes impunemente, a sabiendas de que no habrá sanción, lo cual  se transmite  al resto de los ciudadanos como buenos ejemplos para incumplir la ley.

El caso de la creación de la provincia absurda de Santo Domingo, creada dentro de la ciudad capital, con lo cual le suplantaron el nombre a la ciudad de Santo Domingo,  se incurre en poner al Distrito Nacional como capital de la República Dominicana. Así como los legisladores le cambian alegremente los nombres a diversas provincias lo mejor será encontrarle otro nombre.

Todos sabemos que las instituciones democráticas no funcionan por culpa de los gobiernos, los políticos y el clientelismo, motivos del porqué no la dejan consolidar. Pero tenemos la esperanza de que la administración del presidente Danilo Medina sea una realidad, segura, ineludible, para que el Estado dominicano se institucionalice; cumpliendo la ley y haciéndola cumplir; corrigiendo ese mal atávico que nos afecta a todos. Que logre hacer por fin bien lo que nunca se hizo. Que consiste en hacer que verdaderamente se cumpla la Constitución  y las leyes. Esperamos  poder afirmar, en tiempo prudente, que valió la pena quejarnos por los tantos incumplimientos  irresponsables de parte de las autoridades que desconciertan a la nación dominicana. 

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